Se denomina como funciones del lenguaje al uso, con determinado objetivo, de aquellas expresiones que transmiten alguna actitud del emisor (escritor, en la comunicación escrita, o hablante, en la comunicación oral) en el proceso comunicativo.
El lenguaje puede usarse para comunicar un sinfín de cosas: deseos, realidades, cuestiones u órdenes, y según el modo en que se usen las distintas expresiones del mismo estaremos ante una función u otra del lenguaje.
Función emotiva o expresiva
En este caso el emisor es el eje central del mensaje emitido, expresando sus sentimientos y situándose en un lugar predominante frente al resto de factores que intervienen en el proceso comunicativo.
Habitualmente la función emotiva del lenguaje suele plasmarse en forma de interjecciones y oraciones exclamativas, como por ejemplo “¡Qué aburrido estoy!” o “¡Qué dolor de pies tengo!”.
Función conativa o apelativa
El nombre de esta función tiene su origen en el latín “conatus” que puede traducirse como inicio. Así, la función conativa hace referencia a aquellas expresiones en las que el receptor es el punto central de la comunicación, ya que se espera de él algún tipo de respuesta o acto.
La función conativa se corresponde con oraciones imperativas o interrogativas y con el uso del vocativo. Ejemplo de esto pueden ser “Juan, tráigame los informes que están sobre mi mesa” o “¿Trajiste las cartas?”.
Función referencial
El acto de comunicación se centra no en el emisor o el receptor, sino en el contexto y el mensaje. No es, por tanto, una función que admita valoraciones ya que se limita a transmitir hechos objetivos de fácil constatación y que no admiten matices: “La fórmula del agua es H2O”.
Función metalingüística
Esta función hace referencia a cuando el emisor utiliza como tema de conversación el propio código de la lengua, o lo que es lo mismo, el propio lenguaje y sus significados se convierten en el centro de la conversación. Esto puede verse en frases como “Mamá, ¿qué significa la palabra idiota?”.
Función fática
La función fática incluye fórmulas de saludo (“Buenos días”, “Hola, ¿qué tal?”), de despedida (“Nos vemos luego”, “Hasta pronto”) y aquellas que permiten interrumpir una conversación para luego continuarla (“Perdone, espere un momento…”, “Como le iba diciendo…”).
Función poética
La sexta y última función del lenguaje es la poética, usada mayormente en el ámbito literario. En ella, el acto de comunicación se centra en la forma en que se transmite el mensaje, para lo cual se usan recursos como metáforas, rimas, hipérboles, aliteraciones,… Un ejemplo de ello serían frases como “A quien madruga Dios le ayuda” o “Mariscos Recio, el mar al mejor precio”.