La energía es la propiedad que tienen los cuerpos de generar algún tipo actividad, fuerza o movimiento. La energía que se mueve se conoce como cinética y la que se almacena se denomina potencial Y las fuentes de energía son los distintos elementos de la naturaleza que necesitamos para producir energía destinada a diferentes usos.
Las fuentes de energía son fundamentalmente de dos tipos: renovables y no renovables. Las renovables son aquellas que se generan con facilidad y existen en grandes cantidades (el agua, el viento o el sol serían tres ejemplos significativos), mientras que las no renovables son limitadas y se agotan a medida que se van utilizando (por ejemplo, el uranio, el carbón, el gas natural y el petróleo).
La idea de fuente de energía no debe confundirse con el tipo de energía. Así, una fuente sería el sol (que produce un tipo de energía eléctrica) o el petróleo (que está asociado a un tipo de energía mecánica o térmica).
El consumo energético individual y colectivo no es algo neutral, sino que tiene consecuencias medioambientales, por lo que hay una corriente de concienciación con respecto a cuáles son las fuentes de energía con menos impacto negativo en el planeta.
Recursos en nuestro organismo
Para poder realizar las actividades cotidianas nuestras células necesitan ser nutridas a través de una serie de alimentos, los cuales actúan como la fuente de energía imprescindible para la vida cotidiana.
El consumo de carbohidratos es esencial para que tengamos la suficiente resistencia física. Los carbohidratos se transforman en glucógeno, que es absorbido por el tejido muscular. Si en nuestra alimentación hubiera una carencia de carbohidratos (llamados también hidratos de carbono), se producirían una serie de síntomas (deshidratación y falta de minerales principalmente).
La grasa y la proteína son las otras dos fuentes de energía que se almacena en el cuerpo humano. De esta manera, las tres sustancias mencionadas son nuestro combustible, la fuente de energía que nos permite realizar una vida normal.
Nuestra alimentación como fuente de energía debe adaptarse a las necesidades de cada individuo, en función de su edad, sexo y tipo de actividad. Si una persona practica una actividad física intensa va a consumir una mayor cantidad de energía y, por lo tanto, su organismo debe ingerir un aporte energético mayor. En este sentido, vale la pena recordar que cuando comemos solo el 25% de la energía química que permanece en los músculos se transforma en energía cinética y el resto se convierte en calor, es decir, energía térmica.