Se denomina fracaso al fallo en lo que respecta a la consecución de metas prestablecidas de antemano. En tanto circunstancia humana, el fracaso es harto común en cualquier disciplina que se intente por lo que la constancia se hace una necesidad. Existen muchas áreas en las que una persona puede fracasar, siendo algunas más dolorosas que otras en función de su importancia.
La sociedad contemporánea parece tener una aversión considerable al fracaso, en la medida en que promueve constantemente el éxito en toda actividad que se acometa. No obstante, aquel que haga un estudio pormenorizado de los individuos que hayan tenido un desempeño notable en cualquier actividad, notará que estos estuvieron siempre lidiando con limitaciones y fracasos temporales a lo largo de su carrera, hasta que finalmente desarrollan una estabilidad mental que facilita la consecución de logros fuera de lo común.
No obstante, más allá de consideraciones sociales y culturales, lo cierto es que existe una predisposición natural a la elusión del fracaso y a la búsqueda del éxito. En efecto, distintos estudios realizados muestran que ante estímulos de fracaso o éxito interviene todo el cerebro. Esta intervención de todo el cerebro se justifica en el gran aprendizaje que estas circunstancias generan en el hombre. Este tipo de resultados podrían dar cuenta de la causa de multiplicidad de adicciones o conductas autodestructivas, generado la posibilidad de dar lugar a tratamientos de gran eficacia.
Es importante evitar que los fracasos generen una reacción de parálisis en la actividad humana. Siempre se han de tomar como posibilidades de aprendizaje que servirá en el futuro para evitar errores y generar soluciones a problemas propios y ajenos. El problema surge cuando sucede a edades tempranas y no se tienen los elementos suficientes para racionalizar el proceso. Así, es muy común hablar de fracaso escolar en niños y adolescentes en lo que refiere a la falta de resultados positivos en sus estudios. En estos casos, una secuencia de resultados adversos puede desmoralizar a los educandos y hacer que se crean poco eficientes en una determinada materia o disciplina, situación que realmente puede estar muy alejada de la realidad. Baste recordad que los padres de Albert Einstein temían que sufriese algún retraso mental.
Como queda dicho, los fracasos no son más que oportunidades que sirven para aprender las competencias necesarias que garantizarán mejores resultados en el futuro. En efecto, la perseverancia debe ser vista como un valor a desarrollar para pasar tragos amargos.