Un gran número de palabras tienen significado porque otras actúan como contrarias. Las palabras y sus correspondientes antónimos se presentan como las dos caras de una misma moneda. Esto es lo que sucede con el concepto de explícito que, inevitablemente, se asocia a otro: implícito.
Implícito es algo que se dice de manera indirecta, a medias y sin una claridad suficiente. En cambio, explícito significa que aquello que se comunica, ya sea verbalmente o por escrito, se hace de forma clara, directa y sin rodeos.
Detrás de cualquier acto del lenguaje hay una intención, un propósito determinado. La finalidad que tenemos in mente condiciona lo que decimos y cómo lo decimos. Si pretendemos ser imprecisos y poco concretos, diremos las cosas implícitamente. Si queremos ser rotundos, ser entendidos perfectamente y que el mensaje que trasladamos no albergue ninguna duda, comunicaremos nuestras ideas de forma explícita.
Con frecuencia, el hablante anuncia cómo va a ser su intervención: » Quiero ser muy explícito en mi intervención «. También ocurre, que no entendemos muy bien la información que recibimos y reclamamos una mayor claridad: » por favor, sé un poco más explícito «.
La frontera entre lo implícito y lo explícito depende del contexto de la comunicación. Si las circunstancias son muy formales y hay escasa familiaridad entre las personas, se dicen las cosas con cortesía, con miedo a meter la pata y, en consecuencia, hay que saber leer entre líneas para comprender lo que está implícito en lo que se nos dice. Ejemplos de comunicación indirecta o implícita serían los siguientes: ciertos discursos, el manejo de la ironía o el uso del doble sentido. Si el clima que existe es de compañerismo, entre los miembros de la familia y en un ambiente informal, se utilizarán términos explícitos, porque el contexto así lo exige. Por ejemplo, en una discusión entre amigos, en un correo electrónico entre compañeros de trabajo o en cualquier momento en que queramos que el mensaje sea inequívoco.
Por otra parte, hay códigos de comunicación y medios que son más explícitos que otros. Un manual, un diccionario o un libro de texto tienen que ser claros en su exposición y planteamiento. Otros formatos o géneros son más ambiguos en su exposición. Por ejemplo, en algunas novelas el lector va conociendo lentamente una realidad, porque el narrador no quiere ser explícito, sino que pretende mostrar unos hechos de forma indirecta e implícita.
Un caso llamativo es el lenguaje publicitario. En ocasiones, el estilo es muy directo y conciso ( una imagen, un precio y un eslogan ). Sin embargo, la estrategia puede ser la opuesta: dar a entender algo, sin decirlo explícitamente.