El estrés es la respuesta emocional ante una situación desagradable e incómoda. Tradicionalmente ha sido entendido como el desequilibrio interior provocado por alguna causa exterior (inestabilidad laboral, exceso de trabajo o cualquier otra circunstancia que pueda generar tensión). Sin embargo, no siempre el estrés es negativo, pues existe un estrés positivo, también conocido como eustrés (el prefijo griego eu indica que algo es bueno, como euforia o eutanasia, que quiere decir muerte buena o dulce).
El estrés positivo consiste en que nuestro organismo reacciona con motivación ante una dificultad, de tal manera que la tensión que sentimos nos resulta estimulante, pues consideramos que la superación de la tensión va ir acompañada de algún tipo de recompensa.
Ilustremos el eustrés o estrés positivo con un ejemplo. Alguien se encuentra ante un accidente de tráfico, algo que produce una lógica inquietud y preocupación. Ante este problema, reacciona de manera proactiva, con energía y determinación, ya que su colaboración puede ayudar a los heridos y salvarles la vida. El estrés que se siente en esta situación es evidente, pero se ha canalizado en positivo.
Los retos personales o las situaciones de cambio, se presentan como incertidumbres, pero no tienen que representar necesariamente algo agobiante o angustioso, sino que es posible que provoquen una reacción vital, una cierta emoción gratificante, porque sentimos que depende de nosotros superar las dificultades, aunque éstas incorporen una cierta tensión.
Los expertos en el comportamiento humano consideran que el estrés positivo actúa como un estimulante que nos despierta y activa. Este tipo de reacción depende de cuál sea el contexto en el que nos encontremos. Para algunos, el estrés positivo es una manera de sentirnos vivos y de salir de una zona de confort estable, Dicho con otras maneras, es un acicate que pone en marcha una reacción y la sensación que se produce es gratificante.
Lo que activa el eustrés es el ingrediente desafiante de una situación. De alguna manera, podríamos afirmar que el estrés positivo es totalmente necesario para garantizar una adecuada respuesta ante un desafío, la adversidad o los problemas. No deberíamos olvidar que el ser humano tiene un aspecto instintivo, una capacidad de reacción natural que se pone en funcionamiento de manera espontánea y no racional y, problablemente, el estrés positivo tenga un componente instintivo.
En conclusión, es posible afirmar que el estrés positivo es la versión buena del estrés, que en su dimensión negativa es conocida como distrés.