Lo eterno remite a una cualidad que consiste en haber existido siempre y existir para siempre. El concepto remite a Dios, al ser supremo que en su perfección excluye la posibilidad de no ser. Lo eterno ha sido motivo de disputa tanto en el plano filosófico como teológico. Se distingue del concepto de inmortalidad en el hecho de que algo inmortal carece de fin, pero sí tiene un principio. Nuestra concepción de eternidad está muy vinculada a la tradición judeocristiana, aunque también es posible hacer referencia a otras culturas que emanan de otras culturas y que tenían su propia cosmovisión al respecto.
Una forma de referir a lo eterno puede encontrarse en la misma Biblia. En efecto, ya desde el Génesis la presencia de Dios es aludida como siempre presente, sin posibilidad de que falte. En el Apocalipsis, la expresión “alfa y omega”, también remite a lo que empieza y termina una serie. Quizá, la expresión más gráfica sea la que muestra a Dios mismo hablando a Moisés desde una zarza ardiendo y comunicándole su nombre: “Yo Soy”. Este tipo de expresiones y referencias se distinguen de otros libros religiosos de la antigüedad, en los que las divinidades son presentadas como con un principio y en ocasiones también con un final.
Este tipo de concepción que reúne tanto los textos propios del judaísmo como la novedad del Cristianismo se vio relacionada en la Edad Meda a partir de los aportes de la filosofía griega antigua. Así, fue santo Tomás de Aquino quien tuvo ante sí la tarea de relacionar estos dos legados. Esta conciliación tomó en gran medida los aportes de Aristóteles y su teología natural. En efecto, el filósofo griego llega a partir de la razón a una concepción de Dios independiente de una revelación. Esta concepción se funda en la problemática de la permanencia y el cambio; en la naturaleza, el ser de una cosa implica también una negación, la posibilidad de que no sea en alguna manera o en algún momento; un hombre comienza a ser en un determinado momento, no siendo en otro. Dios, en cambio, en tanto es pura perfección, excluye absolutamente la posibilidad de la nada, de no ser en alguna medida. De esta imposibilidad se colige la eternidad, puesto que esta excluye la posibilidad de no existir en un momento determinado. En la actualidad, estas valoraciones todavía son sostenidas en distintas corrientes filosóficas y religiosas, siendo la eternidad un concepto con vigencia.