Se denomina estética a la rama de la filosofía que se encarga de la experiencia de la belleza en el ser humano. La estética puede definirse además como la ciencia de la experiencia sensible de lo hermoso. Es por ello que la estética como disciplina se relaciona estrechamente con el mundo artístico, dando sustento teórico a este y por otra parte, nutriéndose de nuevas experiencias. Su introducción se debe por el filósofo Alexander Gottlieb Baumgarten, filósofo alemán que daría comienzo al estudio sistemático de esta disciplina en el siglo XVIII.
A pesar de que el estudio comenzó sistemáticamente en el siglo XVIII, ya en la antigua Grecia se habían realizado trabajos al respecto. Platón, por ejemplo se refirió a la belleza en diversas obras, como por ejemplo “Hipias mayor”, “Fedro” y “el banquete”; en la primera se tratará de la belleza perfecta, en la segunda refiere acerca de la belleza de las almas y en la tercera se refiere a la belleza en términos generales. Por su parte, Aristóteles, la estética consistía en la magnitud, el orden, en las proporciones, la medida; su obra principal al respecto se denomina “Poética”, aunque una parte de ésta (la referente a la comedia) se halla perdida; en cuanto a la tragedia, esta separa la ficción de la realidad, pero de alguna manera hace que la primera tenga su efecto en la segunda; de algún modo, puede decirse que para este filósofo la belleza guarda relación con la estética. En cuanto a la visión que se suscitó en Roma al respecto de la belleza, puede decirse que era subsidiaria de la griega.
En la Edad Media, la cosmovisión con respecto a lo que era considerado bello tenía fundamentalmente una base teológica. El arte tenía fundamentalmente una función al servicio de la evangelización. Se nota de forma patente una despreocupación en lo que respecta a la mimesis con respecto a la realidad: así, por ejemplo, en la pintura es imposible apreciar nociones de perspectiva. No obstante, es notorio señalar que en esta época se hace una adaptación de la visión platónica. Así, en lugar de las ideas, la belleza suprema es dios, y las representaciones humanas anhelan dar un reflejo de esta.
Con el renacimiento se vuelve nuevamente a elementos propios de las culturas griega y romana. Nuevamente el hombre es el punto de referencia y esta cosmovisión durará un largo tiempo hasta que en el siglo XX se propone una nueva consideración de la belleza con las vanguardias.