La Edad Media es el período de la historia que abarca desde el colapso del Imperio Romano en el siglo V hasta la conquista de América en el siglo XV. El mismo se caracterizó tanto por la extensión del modo de producción feudal en Europa como por el auge de la Iglesia católica que se elevó como autoridad unificadora frente a la fragmentación del poder. Si bien el concepto de “Edad Media” fue acuñado para referir a un período oscuro y de transición entre dos grandes épocas históricas, la Antigüedad clásica y el Renacimiento, lo cierto es que dicha concepción es arbitraria, puesto que el período medieval tuvo su particular desarrollo social, político, económico y cultural.
Origen
Según las convenciones históricas, la Edad Media inició en el año 476 d.C. a partir de las invasiones de los pueblos germánicos y la caída del Imperio Romano de Occidente. No obstante, la transición de la Antigüedad al período Medieval fue compleja y no se produjo de forma repentina.
En principio, ante la desaparición de la autoridad de los emperadores, en Europa se vivió una fragmentación del poder en una serie de reinos más pequeños en los cuales surgió el modo de producción feudal a partir de las relaciones de vasallaje que se establecieron entre los líderes y sus súbditos.
Paralelamente, al tratarse de un período de inestabilidad política, la Iglesia Católica se fortaleció como la institución capaz de proporcionar estabilidad y cohesión ante la fragmentación mencionada. Así, su rol fue fundamental debido a que se constituyó como el principal factor de orden de la vida social medieval y sus estructuras.
Características
Durante los mil años que duró la Edad Media, el territorio europeo contó con una serie de características que permiten trazar una distinción con otros períodos de la historia. Una de las peculiaridades fundamentales del Medioevo consistió en que la organización social, política y económica estaba basada en el modo de producción feudal. En este sentido, la sociedad se encontraba organizada en estamentos, fijados por las condiciones de nacimiento, que reducían la movilidad social de la población. Así, se configuraba una jerarquía de poder piramidal en cuya cúspide se ubicaba el rey; quien era seguido por la nobleza y el clero; posteriormente se ubicaban los comerciantes, artesanos y campesinos libres; y finalmente se encontraban los siervos, estamento al cual pertenecía la mayor parte de la población. Es de destacar que, mediante el sistema feudal, los señores permitían el usufructo de la tierra y brindaban protección a sus siervos a cambio de servicios, tributos y fidelidad.
Por otro lado, como se ha mencionado, la Iglesia católica tuvo un papel fundamental ya que no solo cumplía con su rol religioso, sino que también tenía una función importante en la política, la cultura y el orden social. Asimismo, los monasterios se configuraron como los centros de aprendizaje en los cuales se atesoraban los textos antiguos. De esta forma, el pensamiento medieval, tanto como el arte, la arquitectura y la literatura, estaban regidos por un enfoque religioso basado en la concepción teocéntrica del mundo.
La Edad Media se divide en tres etapas principales
• Alta Edad Media (siglos V al X): este período se relaciona con el inicio de la fragmentación política posterior a la caída del Imperio Romano. Fue durante la Alta Edad Media que surgió el sistema feudal y que la Iglesia católica se vio fortalecida al garantizar una relativa estabilidad.
• Plena Edad Media (siglos XI al XIII): en este período se vivió el aumento de la producción agrícola y del comercio lo cual impactó directamente en el resurgimiento de los centros urbanos. Fue también en este período que se fundaron las universidades medievales y se difundió la arquitectura gótica.
• Baja Edad Media (siglos XIV y XV): este período inició con el brote de Peste Negra que provocó una enorme caída de la población, impactando directamente en la economía y la sociedad. A ello se sumó la crisis política que devino en enfrentamientos entre la Iglesia y el poder secular.
El final
Si bien los historiadores han fijado el fin de la Edad Media en el año 1492, momento en que Colón llegó a América, la transición hacia la Edad Moderna no se dio de un día para el otro. De hecho, se entiende que existen una multiplicidad de factores asociados con el fin de este período histórico.
En primer lugar, un evento crucial fue el surgimiento del Renacimiento como movimiento cultural y artístico que generó un nuevo interés en la cultura clásica, a la vez que favoreció el crecimiento de la corriente filosófica humanista, la cual buscaba alejarse de las concepciones religiosas y pensar al hombre en su racionalidad.
En segundo lugar, y en relación con lo anterior, a partir del siglo XV tuvieron lugar una serie de desarrollos tecnológicos propios de la modernidad. Un invento rupturista fue el de la imprenta en la década de 1450 ya que la misma permitió la difusión de las ideas humanistas y, a su vez, colaboró en la ampliación de la esfera pública.
En tercer lugar, los viajes de exploración de finales del siglo XV abrieron nuevas rutas comerciales e iniciaron la expansión imperialista de Europa por el mundo. Ello sentó las bases para el crecimiento de la burguesía y para la acumulación de capital en el continente, en detrimento de los recursos naturales de las regiones dominadas.
Finalmente, un aspecto de quiebre fundamental tuvo que ver con la Reforma Protestante, iniciada por Martin Lutero en 1517, ya que la misma desafió las estructuras y pensamientos de la principal institución medieval: la Iglesia católica. Ello tuvo un fuerte impacto en la sociedad y la política.