Se denomina empleo a la generación de valor a partir de la actividad generada por una persona. El empleado contribuye con su trabajo y conocimientos en favor del empleador a cambio de una compensación económica. Dado que en ocasiones existen diversos conflictos entre estas dos partes, a lo largo de la historia se han ido generando organizaciones que intentan velar por los intereses del empleado. Un claro ejemplo de esta circunstancia lo puede ofrecer el caso de los sindicatos o gremios.
En el caso de los sindicatos, estos surgen como una necesidad ante las graves situaciones a las que estaban expuestos los trabajadores durante la revolución industrial. En un comienzo, sus actividades estaba prohibidas hasta considerarse delito penal. No obstante, con el paso del tiempo las mismas fueron comenzando a tolerarse hasta cierto punto, sin que esto tuviese consecuencias en las leyes vigentes. Finalmente, en los últimos años del siglo XIX comienza a hacerse efectivo el denominado derecho sindical, siendo Inglaterra el primer país en reconocer el derecho a la agrupación libre de trabajadores en un gremio.
El empleo, como cualquier otra circunstancia en la economía, está supeditado a las leyes de la oferta y la demanda. No obstante, estas se dan con alguna diferencia en lo que respecta a este contexto. En efecto, desde una lógica de oferta y demanda, la posibilidad de existencia de desocupados haría que los salarios bajasen y que aquellos pudiesen incorporarse al mercado laboral. No obstante, según Keynes era posible un equilibrio de oferta y demanda en términos de empleo, sin que ello implicase un uso pleno del factor trabajo. Es por ello que las recomendaciones de este economista apuntaban al aumento de gasto público para fomentar la demanda agregada y evitar el desempleo. Es importante señalar a este respecto que para Keynes el principal problema de la economía a resolver es la desocupación, luego del cual sería más fácil enfrentar los demás.
En la actualidad, puede observarse un continuo reemplazo de la mano de obra por bienes de capital en la producción de manufacturas. Es por eso que el mapa del empleo está rediseñándose continuamente, siendo el sector de servicios el que ahora agrupa un mayor número de empleados. Dada el continuo desarrollo que experimenta la tecnología, es de esperar que esta tendencia no se revierta en el futuro. Esto puede llevar a problemas de desocupación en algunos casos, como los experimentados en Europa en la segunda década del siglo XXI, problemas que aún resta comprenderse con precisión para dar las respuestas acertadas.