Empático es un adjetivo que se aplica a un individuo que manifiesta como cualidad a la empatía. Dicha cualidad consiste básicamente en la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona, de intentar evaluar las acciones en función de la situación que esa persona en particular tiene a su alrededor. Este tipo de cualidad es harto valorada por el hecho de generar confianza en la persona que la posee; en efecto, el individuo empático toma las causas ajenas como una propia. La empatía en buena medida se relaciona también con la compasión, con la idea de compartir las pasiones ajenas.
La empatía es una característica que suele estar presente en algunas áreas del arte de forma manifiesta. En efecto, si nos remitimos al caso de la ficción, ya sea escrita o representada, podremos comprobar que los mejores exponentes en la generación de la misma se han caracterizado por el hecho de ser extremadamente empáticos. De esta manera, la empatía presupone lograr un conocimiento profundo de la gente. Este conocimiento, más allá de ser un conocimiento particular sobre un conjunto determinado de personas, es un conocimiento que lleva a examinar profundamente a la naturaleza humana, a los miedos y esperanzas que mueven a los hombres de modo recurrente a lo largo de la historia. Con este conocimiento, un buen contador de historias puede lograr que sus personajes sean verosímiles, que actúen guiados por móviles que sean creíbles y que hagan que los lectores o una audiencia se sientan reflejados o representados de alguna manera.
En la actuación, la empatía también puede ser un elemento de utilidad. En efecto, un actor empático es aquel que puede comprender las emociones que atraviesan a las personas, emociones que deberá representar para una determinado público. Es conocido que una de las principales técnicas empleadas para desarrollar una actuación creíble es tratar de ponerse en lugar del personaje en cuestión; en este sentido el comportamiento ante una personalidad ficticia sería la misma que debería adoptarse ante una real; ahora bien, este proceso solo puede ser efectivo si se tiene una amplia capacidad empática con respecto a las personas en general.
Más allá de estas utilidades concretas, lo cierto es que la empatía es una condición básica de cualquier moralidad. En efecto, toda posición que puede servir al bien común se fundamenta en el hecho de que las condiciones a las que se someten todos los hombres son similares en un sentido profundo, circunstancia que un individuo empático reconoce de forma profunda.