La diversificación es una práctica consistente en distribuir en varios activos el capital para disminuir el riesgo de una desvalorización abrupta. Este concepto nos llega desde el mundo de las finanzas y en particular de una forma de manejar una cartera de inversión que se popularizó en los últimos años del siglo XX debido a su efectividad. La diversificación es propia de un proceder interesado en proteger el capital e intentar a la vez lograr ganancias por el buen manejo del mismo. Para ello se basa en distintas valoraciones estadísticas que intentan posibilitar que la toma de decisiones sea lo más eficiente posible.
Cualquier inversionista intentará evitar pérdidas y obtener ganancias, pero este tipo de circunstancia es de muy difícil concreción. Con la diversificación se busca ante todo evitar que exista impacto negativo en la valoración total del portafolio por la variación de precio que tienen los activos; la ganancia se realizaría básicamente por el flujo de efectivo que los activos generan. Poniendo como ejemplo una cartera conformada por acciones, el ideal de una diversificación sería que la valoración total de la misma se mantenga estable, esto es, con muy baja volatilidad; las ganancias se producirían por los dividendos que periódicamente se van cobrando antes que con la valuación positiva del conjunto.
La forma en la que una diversificación debe encararse es considerando como base de la estrategia el hecho que los distintos activos en el mercado mantienen correlaciones entre sí. Esto significa que tendrán un tipo de comportamiento determinado con respecto a los otros activos. Así, por ejemplo, si existe una correlación de un cincuenta por ciento entre dos activos, cuando uno de ellos duplique su precio, el otro aumentará un cincuenta por ciento, pasando lo mismo si baja; en cambio, si existe una correlación negativa, cuando uno aumente su precio el otro bajará en una determinada proporción. Las estrategias tendientes a manejar un portafolio buscan mediante estas herramientas lograr que cuando algunos activos suban de precio, otros bajen y viceversa.
Las correlaciones no deben entenderse como relaciones causales. Simplemente son reflejos estadísticos del pasado que se considera se mantendrán en el futuro. Este tipo de circunstancia bien podría hacer sospechar que el futuro se comportará de otra manera. No obstante, han ofrecido una herramienta potente en lo que respecta al manejo de un portafolio. No solo son útiles para estrategias de activos, sino también para estrategias en derivados como las opciones, que también admiten diversificación.