La deuda externa es aquella que una nación tiene con el exterior. La misma implica en la suma de la deuda pública, esto es, aquella deuda colocada por el estado, más la suma de la deuda colocada por agentes privados. Esta deuda puede ser beneficiosa o perjudicial según la forma en que se ven orientados los fondos tomados. No obstante, suele tener un cariz de negatividad por el hecho de que imposibilitó a países pobres el establecimiento de políticas públicas que garantizasen beneficios a la población. En el caso de que la deuda pública externa se vea imposibilitada de pagarse se suele establecer programas de reprogramación, que suelen alargar los plazos con el establecimiento de nuevos intereses.
El endeudamiento es una forma de financiación que es necesaria en un mercado eficiente. Es por ello que los distintos agentes económicos suelen incurrir en ella para llevar a cabo proyectos de inversión o mantener gasto corriente. En el caso de la deuda externa, esta se lleva a cabo tanto con agentes privados como con organismos internacionales de crédito que suelen tener una tasa menor puesto que su finalidad es el sostenimiento de la estabilidad económica. Cuando la deuda es contraída por un estado, se dice que es deuda soberana, puesto que es el mismo país que debe afrontarla.
Existen, no obstante, situaciones que sirven para poner en duda que toda deuda contraída por un estado deba pagarse por el país en cuestión. Es el caso de las deudas contraídas por regímenes autoritarios, en donde la población tuvo poca injerencia. En efecto, en los mismos, una facción determinada se hizo con el control del estado sin la existencia de un sufragio que lo legitimase. En este contexto, prestar dinero es una forma de financiar un gobierno de facto. Es por ello común que, una vez restablecido un orden democrático, se ponga en tela de juicio el deber de restablecerle el dinero a aquellos que indirectamente apoyaron dicho régimen.
A pesar de estas circunstancias negativas, lo cierto es que en determinados contextos la deuda puede ser en extremo beneficiosa puesto que permite a un país desarrollarse de una manera que hubiese sido imposible con recursos propios. En efecto, el ingreso de capitales del exterior puede ser una gran oportunidad si la tasa de interés de los mismos es razonable, puesto que permite realizar inversiones que aumentarán significativamente la productividad y elevarán los niveles de vida de la población.