La danza es una forma de arte milenaria que se basa en el movimiento rítmico del cuerpo y que se encuentra directamente relacionada con la música.
La danza forma parte de las siete artes clásicas y el ser humano la practica en situaciones distintas: en el mundo del espectáculo, rituales, manifestaciones folclóricas, celebraciones, concursos, etc. Se podría afirmar que la danza tiene una doble vertiente: como un símbolo cultural y, al mismo tiempo, es una forma de entretenimiento y de evasión. En muchas ocasiones, las dos dimensiones se fusionan (un baile de graduación o el primer baile entre los recién casados serían un ejemplo en este sentido).
La danza es una expresión natural de comunicación, una manera de transmitir sentimientos a través de los movimientos corporales. De igual forma, tiene un componente liberador y sensual. Y no hay que olvidar que está presente en la guerra y en el amor. Estos aspectos tan diversos hacen que la danza tenga una fuerza muy singular, una especie de atracción que impulsa a mover el cuerpo rítmicamente.
Cada cultura tiene sus propias danzas y a lo largo de la historia se han dado todo tipo de bailes. Algunos se encuentran en un contexto muy formal y elitista (por ejemplo, el vals o el ballet clásico). Otros tienen un sentido popular (la sardana catalana, la samba brasileña o las sevillanas andaluzas). Hay bailes dinámicos como el rock, elegantes como el claqué o llenos de erotismo como la danza del vientre. En este sentido, se podría decir que cada modalidad se adapta a unas circunstancias determinadas. Cada baile tiene su propia simbología y la mayoría de ellos tiene algún ritual asociado al mismo.
En todas las danzas hay elementos diversos que se conjugan: los pasos correspondientes, el sentido del ritmo y la expresión corporal. Todo ello forma una combinación especial que despierta sentimientos y pasiones, tanto en los bailarines que lo practican como en los espectadores que lo observan. La coreografía es el elemento técnico que sirve como guía para la danza, de tal forma que el coreógrafo orienta a los bailarines sobre los movimientos más adecuados para cada actuación.
Una de las peculiaridades de este arte es su versatilidad. De hecho, puede formar parte del teatro, del cine y está emparentada con la música, hasta el punto de que música y danza son prácticamente inseparables. Al mismo tiempo, hay que subrayar que es una forma de comunicación universal y que se adapta a cualquier persona y de cualquier edad o condición.
Por último, hay que recordar que la danza es un indicador de una época y de una civilización. Los bailes urbanos de la actualidad difícilmente hubieran sido posibles en otras situaciones históricas. De la misma manera, resulta difícil imaginar una danza guerrera en un ejército profesional contemporáneo.