La cultura política se refiere a aquellas creencias, normas o valores que orientan el comportamiento de una población específica o grupo social en relación a los actores políticos, a las instancias de gobierno y a los procesos mismos que se siguen dentro de un régimen político. Todos estos contenidos del imaginario o de la conciencia colectiva se expresan a través de prácticas específicas en lo que refiere al ejercicio del poder y a la vinculación entre la ciudadanía y las instituciones públicas, es decir, la cultura política se traduce en comportamientos particulares y determina las actitudes y el tipo de relación de la población con respecto a los organismos públicos y a los agentes políticos.
La cultura política consta de prácticas sociales constantes y rutinarias que se van forjando a través de los años y del desarrollo histórico de las sociedades. Cambiar estás estructuras implica la modificación de las instituciones y los organismos públicos, así como de las conductas específicas tanto de la ciudadanía como de los actores políticos.
Diferencia con otros conceptos
De acuerdo a Peschard, en su texto «Cultura política democrática», este concepto suele confundirse con otros términos semejantes, sin embargo, existen diferencias puntuales entre cada uno de ellos.
La autora comienza señalando la diferencia entre ideología y cultura política: el primer concepto refiere a una cuestión doctrinaria y dogmática qué concierne a ciertos sectores que militan con una forma de pensamiento. Por su parte, el segundo está relacionado con un conjunto de ideas y prácticas generalizadas que no responden a un dogma específico, sino al devenir histórico de una población.
Otro de los conceptos que el que suele confundirse es el de actitud política. Peschard señala que este último es un punto intermedio entre una opinión, es decir, una expresión verbal de un pensamiento, y la conducta, esto es, un comportamiento particular. De acuerdo a la autora, la altitud política es tan solo una respuesta dada a una situación específica, mientras que la cultura política tiene que ver con pautas constantes y arraigadas.
Por último, la Peschard hace una diferenciación entre cultura política y comportamiento político. Establece que este último refiere únicamente a una conducta que manifiesta parte de la cultura política de un individuo o población, a decir, el comportamiento expresa objetivamente la cultura.
Clasificación de la cultura política
Gabriel Almond y Disney Verva, en el texto «La cultura política: estudio sobre la participación política democrática en cinco naciones», proponen una matriz de clasificación sobre los distintos tipos de cultura política existentes. Está matriz se compone de dos dimensiones: por un lado, las orientaciones hacia la política, y por el otro, los objetos políticos en sí mismos.
De acuerdo con la clasificación de los autores, las orientaciones de política pueden ser: 1) de cognición: información que se tiene sobre el sistema o régimen político en su conjunto; 2) por afecto: refiere a los sentimientos que genera el sistema político en cuestión, y 3) por evaluación: los juicios que la población hace con respecto a su sistema político. En cuanto a los objetos políticos, Almond y Verba señalan cuatro aspectos: el sistema como objeto general, los objetos políticos como inputs, los objetos administrativos como outputs, y el individuo mismo como objeto político en su relación con el sistema.
Dependiendo de la relación entre las orientaciones y los objetos políticos, Almond y Verba establecen una tipología de cultura política que establece tres formas de la misma. Primeramente, encontramos a la cultura política parroquial que se da cuando la sociedad o población no se identifica como ciudadana en un régimen, más se asume como miembro de una comunidad local. No tiene una relación cercana con el sistema político, por lo cual sus expectativas son muy bajas y su interés en los temas públicos son mínimos.
Otra tipología que se establece es la cultura política de súbdito, en la cual la población entiende su condición ciudadana, sin embargo, aun cuando su interés por los temas políticos y la agenda pública existe, su participación es pasiva y considera que su influencia en el entorno público es mínima, pues solo existe cuando se tiene contacto con la burocracia.
Por último, la cultura política participante es cuando la población está consciente de su condición ciudadana y tiene una participación más activa en los asuntos políticos. Su interés en los temas públicos es mayor y está conforme de pertenecer al régimen y considera que tiene un alto grado de influencia sobre él.