El 2001 fue un año complejo para la Argentina, ya que en diciembre terminó de estallar una economía sustentada por diez años en la paridad del precio del peso argentino con el dólar. De esta forma, se vivió un momento álgido de crisis económica, política y social que se tradujo en movilizaciones masivas, saqueos y cacerolazos. El Estado utilizó la represión para terminar con las mismas, pero la población respondió con una mayor agitación.
Finalmente, el presidente Fernando De la Rúa, a dos años de haber iniciado su mandato, renunció la tarde del 20 de diciembre. La gran masa de personas que se amontonaban en las inmediaciones de la Casa Rosada, no lo hubiesen dejado partir. Así, el presidente abandonó el Palacio de Gobierno en helicóptero. A este hecho le sucedió una seguidilla de presidentes que renunciaron apenas tomaron el cargo.
Causas principales
Se entiende que la crisis económica ya había comenzado antes del estallido del 2001. La causa directa de la misma había sido la Ley de Convertibilidad sancionada durante el gobierno de Carlos Menem la cual establecía que un peso argentino valía lo mismo que un dólar. En principio esto fue posible de sostener debido a la privatización de gran cantidad de empresas, antes nacionales. Sin embargo, con el correr del tiempo, el único ingreso masivo de dólares posible fue mediante la toma de deuda. Esto, generó una situación de vulnerabilidad para los sectores populares y aumentó fuertemente el desempleo.
Las elecciones ejecutivas de 1999 otorgaron la victoria a Fernando De la Rúa. Su promesa de campaña había sido mantener la convertibilidad, por lo que, una vez que asumió, siguió tomando deuda para mantener el precio del peso en un dólar. La difícil situación económica que se atravesaba para el año 2001, se vio reflejada en la sucesión de tres ministros de economía diferentes en solo unos meses.
El último ministro de economía designado fue Domingo Cavallo, quien había sido el ideador de la Ley de Convertibilidad. Desde su ministerio se decidió un recorte del 7% del presupuesto del gobierno para hacer frente a la crisis. Esto volvió a impactar fundamentalmente sobre las clases populares. Asimismo, ante la situación de inestabilidad, se sumó la fuga de capitales y la negativa del FMI de refinanciar la deuda. De esta forma, los bancos se quedaron sin capitales.
Para paliar las dificultades económicas, el entonces Ministro de Economía tomó una medida conocida como “Corralito”, la cual implicaba que no se podía sacar dinero en efectivo de los bancos. Inmediatamente la población comenzó a manifestarse en contra de esta resolución.
El estallido
Frente a las dificultades económicas, las centrales obreras convocaron a una huelga general para el 13 de diciembre que tuvo una gran adhesión de todos los sectores de trabajadores. Además, los sectores populares liderados por los “piqueteros” también comenzaron a manifestarse en distintos lugares del país. Rápidamente se generó un clima de caos y descontrol: los robos y saqueos se hicieron masivos.
Ante esta situación, De la Rúa declaró, el 19 de diciembre, el estado de sitio, suspendiendo las garantías constitucionales y otorgando a las Fuerzas Armadas la capacidad de reprimir. A pesar del anuncio de esta medida, miles de personas autoconvocadas salieron a las calles a manifestarse. Los cacerolazos se hicieron sentir en todas las provincias. El lema de la movilización, que expresaba el cansancio de la población, era “¡que se vayan todos!”.
La población se manifestó durante toda la noche del 19 de diciembre y el día del 20, incluso a pesar de la represión que dejó un saldo de 39 personas asesinadas. La situación incontenible generó que De la Rúa anunciara su renuncia la tarde del 20 de diciembre.
Consecuencias
La crisis no finalizó con la renuncia del presidente, ya que el descontento social era generalizado. Las manifestaciones y cacerolazos continuaron en todo el país. Además, la gran crisis institucional dio lugar a una serie de cinco presidentes en once días: Fernando De la Rúa, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Camaño, y Eduardo Duhalde. Este último puso fin a la Ley de Convertibilidad.
En cuanto a los sectores populares y medios, la movilización del 2001 también dejó sus huellas en el hecho de que se comprendió que la unidad era necesaria para lograr un objetivo común. De la crisis nacieron asociaciones vecinales y empresas recuperadas por sus trabajadores que aún perviven hasta el día de hoy.