La creación es la formación de algo que previamente no existía. La idea de la creación tiene tres grandes vertientes: una de carácter mítico y religioso, otra de índole científico y una tercera que pertenece al lenguaje corriente.
La mayoría de civilizaciones de la antigüedad cuentan cómo fue la creación del mundo. A través de un relato mítico, cada cultura narra unos acontecimientos que explican el origen del mundo. Se habla del mito de la creación como idea incorporada por casi todas las culturas: aztecas, mayas, egipcios, griegos y culturas de todas las latitudes.
Las religiones también dedican una especial atención al momento de la creación. Así lo recoge el Antiguo Testamento, donde se pone de manifiesto que Dios es el principio creador de todas las cosas. En el Corán aparece una idea similar que explica cómo surgió el mundo. No todas las religiones mantienen la idea de la creación, pues el budismo considera que el mundo es eterno.
Desde un punto de vista científico se aborda el tema de la creación desde una perspectiva diferente. La Tierra, el Sol y los planetas surgieron como resultado de un fenómeno, algo que es explicado a través de la teoría del Big Bang.
La creación mítica o religiosa y la científica están enfrentadas. Esta polémica se pone de manifiesto en un debate clásico: el creacionismo y el evolucionismo. Hay posiciones que intentan conciliar ambas visiones, de tal forma que sean compatibles.
El concepto de creación referido a la vida cotidiana tiene varios contextos. Cuando surge una invención novedosa se habla de una creación. En el ámbito artístico en general existe la creatividad, que sería la capacidad de formar arte a través de algún elemento (la palabra, las imágenes o el sonido). Hay un elemento singular y mágico en la creatividad de los artistas, ya que son capaces de expresar sentimientos e ideas diferentes a las del resto de individuos. Si unas personas ponen en marcha un proyecto es porque han creado algo con su esfuerzo y su dedicación.
No hay que olvidar que la idea de creación se opone al concepto de destrucción. Esta dualidad creación-destrucción está presente en la mayoría de procesos materiales o intelectuales. Probablemente por este motivo algunos filósofos antiguos pensaron en el fuego como símbolo del cambio, ya que la propia formación y creación del fuego implica a su vez la destrucción de algo.