Una comparación consiste en observar dos elementos o más y establecer similitudes y diferencias. De manera consciente o inconsciente estamos comparando cosas permanentemente. De hecho, la comparación es una forma de comprender la realidad. Cuando nos encontramos con un objeto desconocido tendemos a relacionarlo con otro ya conocido y, por tanto, hacemos un ejercicio intelectual comparativo.
El concepto de comparación forma parte de los procesos mentales de la vida cotidiana. En el lenguaje común manejamos términos que actúan como sinónimos: semejanza, similitud o analogía. Todos ellos llevan implícito la idea de una comparación entre dos o más cosas.
Algunos investigadores de los procesos mentales han afirmado que la mente humana tiene una serie de reglas mediante las cuales interactuamos con el entorno. Una de ellas sería la comparación.
En el lenguaje matemático el símbolo = expresa una dimensión comparativa, pues dos realidades numéricas distintas tienen el mismo valor porque apreciamos una equivalencia entre ellas, que es una manera de comparar dos elementos.
Hay figuras retóricas que presentan una fórmula comparativa. Es lo que sucede con el símil. Si decimos, por ejemplo, el delantero es tan rápido como un conejo, lo que estamos haciendo es utilizar una cualidad de un animal, su rapidez, para atribuirla a una persona. Este tipo de frases es muy frecuentes en la comunicación.
Otro fenómeno de la lengua relacionado con la comparación es la sinonimia. Consiste en la equivalencia de dos palabras diferentes que comparten un significado muy parecido, pero no exactamente igual.
En el estudio fisiológico de los seres vivos, se realizan análisis comparativos funcionales ( dos órganos distintos cumpliendo la misma función ). En este sentido, vale la pena recordar que hay un apartado de la biología que se ocupa de establecer comparaciones entre los organismos, la homología. No hay que olvidar que la idea general de la clasificación de los seres vivos se fundamenta en criterios comparativos entre individuos ( raza, especie, subespecie… ).
Desde un punto de vista histórico, los investigadores analizan y estudian épocas distintas e intentan compararlas para comprenderlas mejor. Algo semejante ocurre con el derecho comparado.
Al observar una fotografía propia de hace unos años, inevitablemente comparamos nuestra imagen actual con la que aparece en la foto.
El concepto de comparación tiene normalmente una peculiaridad. Los elementos contrastados deben poseer alguna semejanza, ya que dos cosas absolutamente distintas no tiene sentido equipararlas.