La ciudadanía digital se refiere a la habilidad de los individuos para utilizar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) de manera responsable, ética y segura. En otras palabras, no solo implica el acceso a la tecnología y la capacidad de utilizar herramientas en línea, sino también la comprensión de los derechos y las responsabilidades que tienen las personas en el mundo de bits. Resulta especialmente relevante en la era actual, donde la mayoría de las interacciones sociales, educativas, laborales y políticas ocurren en línea. Así, promover la ciudadanía digital es fundamental para garantizar un aprovechamiento máximo de las oportunidades que ofrece el entorno digital y al mismo tiempo protegerse a uno mismo y a otros ante posibles riesgos.
Historia
La historia de la ciudadanía digital es relativamente reciente puesto que se ha ido desarrollando a medida que las TIC se fueron integrando en la vida cotidiana de las personas. Si bien desde la década del 90, con la popularización de Internet, se tuvo un acceso más amplio a la información y a las comunicaciones en línea, en esta etapa inicial había un mayor interés por la novedad de la tecnología que por las cuestiones de ciudadanía digital. A partir de la década del 2000, a medida que más personas contaban con acceso a Internet y comenzaban a involucrarse en actividades en línea como el correo electrónico y la navegación web, surgieron problemas relacionados con la privacidad y la seguridad en línea. Asimismo, los virus informáticos y el spam se convirtieron en problemas comunes, lo que llevó a un mayor énfasis en la educación sobre la seguridad en línea.
Con la proliferación de las redes sociales y la participación en plataformas como Facebook, Twitter y YouTube, surgieron nuevas cuestiones relacionadas con la ética en línea, el acoso cibernético y la difusión de desinformación. En ese contexto se comenzó a promover la idea de la ciudadanía digital responsable, abarcando aspectos como la ética en línea y la participación cívica en la era digital.
Podemos decir que, en esta década, la del 2020, la ciudadanía digital se ha vuelto aún más relevante a medida que las interacciones en línea se convirtieron en esenciales en áreas como la educación, el teletrabajo y la participación política. Vale destacar que la pandemia de COVID-19 aceleró la dependencia de las tecnologías digitales, profundizando también un creciente enfoque en la alfabetización mediática y la necesidad de discernir información confiable de la desinformación en línea.
Características
Las características de la ciudadanía digital se basan en una serie de habilidades, actitudes y comportamientos que los individuos deben desarrollar para interactuar de manera responsable en el mundo de internet.
En primer lugar, la ciudadanía digital comienza con la conciencia de las oportunidades y desafíos que presenta el mundo digital, incluyendo la comprensión del alcance y el impacto de la tecnología en la vida pública y privada. Así, los individuos deben asumir la responsabilidad de sus acciones en línea, reconociendo que estas pueden tener consecuencias en el mundo real, siendo conscientes de los límites legales y éticos. En este sentido, la ciudadanía digital también promueve comportamientos éticos, como respetar los derechos de autor, no plagiar contenido, tratar a los demás con respeto en las interacciones en línea y no participar en actividades dañinas. En este punto destaca también el concepto de empatía digital que se basa en comprender las perspectivas y sentimientos de otros en el entorno digital para construir relaciones en línea saludables. Sumado a ello, se fomenta el respeto por la privacidad y la comprensión de las implicancias que puede tener el uso de los datos en línea.
Por otro lado, la ciudadanía digital implica la capacidad de utilizar tecnologías digitales de manera efectiva, lo que incluye competencias básicas como el manejo de dispositivos, navegación en línea, uso de software y aplicaciones, y comprensión de conceptos tecnológicos. Además, la capacidad de protegerse a uno mismo y a otros en línea es esencial. Esto incluye el conocimiento de prácticas de seguridad cibernética, como la creación de contraseñas seguras, la detección de estafas y la prevención del robo de identidad en línea.
Además de lo mencionado, la ciudadanía digital fomenta el pensamiento crítico en línea, fundamentalmente en lo que concierne a la constatación de la información, la verificación de fuentes y el discernimiento entre la información confiable y la desinformación en línea.
Respecto de la participación en asuntos de interés público, se busca que los ciudadanos digitales se involucren activamente en la sociedad y la política en línea, ya sea a través de la participación en debates, la expresión de opiniones en redes sociales o la participación en elecciones y procesos democráticos en línea.
Finalmente, dado que la tecnología y las plataformas en línea están en constante evolución, los ciudadanos digitales deben tener la capacidad de adaptarse a los cambios y aprender nuevas habilidades tecnológicas a medida que pasa el tiempo.
Referencias bibliográficas
Galindo, J.A. (2009). Ciudadanía digital. Signo y Pensamiento, 28(54), 164-173.Téllez-Carvajal, E. (2017). Reflexiones en torno a la “ciudadanía digital”. Revista Doxa Digital, 7(13), 47–65.