En los países democráticos los ciudadanos tienen una serie de derechos y obligaciones. Esta circunstancia no es una mera cuestión formal, sino que se puede concretar en una actitud determinada por parte de los ciudadanos. Dicha actitud puede manifestarse, desde un punto de vista individual, de dos maneras: una pasiva y otra activa.
Se puede hablar de un perfil de ciudadano pasivo. Sería aquel que tiene un escaso interés por los problemas que no le afectan directamente. Es un individualista y no suele intervenir en asuntos de carácter social o reivindicativo ajenos a sus circunstancias. Incluso se puede afirmar que tiene la idea de que no es posible hacer nada para cambiar la realidad. Es probable que tenga cierto rechazo a la actividad política, como algo que practican los políticos.
Paralelamente, se puede hablar de un perfil de ciudadano activo. Tiene interés por la política. Siente el deber de participar en la realidad social que le rodea y tiene un cierto compromiso personal. Su actitud es proactiva y se involucra con aquellas causas que considera justas. Aunque su intervención sea individual, entiende que aporta su granito de arena.
El concepto de ciudadanía activa está de moda en la actualidad y es analizado por sociólogos y expertos en movimientos sociales. Y es lógico que así sea, ya que los ciudadanos tienen voz y tienen la posibilidad de hacerla oír. La idea de ciudadanía activa, se refiere a la sociedad civil y a la capacidad de ésta para organizarse e intervenir directamente en su entorno social.
Las nuevas tecnologías, especialmente algunas de ellas ( facebook, twiter y otras redes sociales ) permiten que los ciudadanos interactuen con todo aquello que les afecta directa e indirectamente. Si hay un tema de interés social que suscita su interés, la ciudadanía tiene la opción de participar activamente, dando su opinión en algún sentido con el propósito de influir en dicha realidad. Esta circunstancia es bastante común y sirve como un termómetro para evaluar cuáles son las reacciones de una sociedad, sus inquietudes, creencias y valores. Los responsables políticos conocen bien este fenómeno social y lo tienen muy presente a la hora de diseñar una estrategia política u otra.
Los medios de comunicación de masas y singularmente internet han activado un camino muy propicio para que la ciudadanía tenga la posibilidad de dar a conocer sus inquietudes y anhelos.
Desde algunas plataformas sociales se intenta canalizar la existencia de una ciudadanía activa. No es un fenómeno pasajero, sino que es una realidad que previsiblemente se consolidará en un futuro próximo.