La castración parasitaria es una estrategia de algunos organismos parásitos que consiste en bloquear total o parcialmente, en forma temporal o permanente, la reproducción del hospedero en beneficio propio. Esta estrategia es independiente de la intensidad de infestación, y tampoco requiere que sea instantánea, es decir, que un solo parásito puede ocasionar la castración parasitaria, y eventualmente la castración puede ocurrir solo cuando el parásito madura sexualmente y mientras es juvenil, el hospedero sigue siendo sexualmente funcional.
Evolución del concepto y aspectos esenciales
Los primeros efectos castradores de un parásito sobre su hospedero fueron observados en 1886 por un científico de apellido Giard, al estudiar las interrelaciones entre crustáceos rizocéfalos parásitos y sus hospederos, crustáceos decápodos.
El término castración parasitaria es controversial, y algunos autores sugieren que no debe ser aplicado. En 1978, Cheng la define como la destrucción del tejido gonadal del hospedero, por parte del parásito, sin embargo, no siempre ocurre que el parásito destruya el tejido gonadal, de hecho, en crustáceos decápodos parasitados por rizocéfalos, esto no ocurre.
Para tener una definición que se aproximara más a lo que se observa en la naturaleza, Baudoin (1975) propuso modificar el concepto para incluir, no solo efectos directos sobre la gónada (destrucción o modificación), sino también modificaciones etológicas, de balance hormonal, o cualquier otra alteración del esfuerzo reproductivo del hospedero, que resulte en el uso no selectivo de las reservas energéticas del hospedero por parte del parásito.
Las modificaciones propuestas por Baudoin al concepto, también resultaron ser inadecuadas, por cuanto cualquier infección o infestación conlleva a una redistribución temporal de la energía reservada por el hospedero para la reproducción, para dirigirla hacia fortalecer el sistema inmunológico y luchar contra la enfermedad. Adicionalmente, algunas enfermedades pueden ocasionar, eventualmente, la esterilidad del hospedero, aunque generalmente sea un efecto colateral no esperado, tal como ocurre en algunos casos de herpes.
Por otra parte, los parasitoides pueden destruir el tejido gonadal de su hospedero, y algunos autores los reconocen como castradores parasitarios, pero otros autores no están de acuerdo, señalando que los parasitoides consumen todos los tejidos del hospedero, y la destrucción de la gónada es solo una etapa de esa depredación.
Por último, altos niveles de infestación por parte de macroparásitos también pueden conllevar a una reducción o cese completo de la actividad reproductiva del hospedador, sin embargo, esta no puede ser catalogada como una verdadera castración parasitaria pues depende de la intensidad de la infestación.
Ejemplos del mecanismo de acción del parásito
La castración del hospedero puede ocurrir por consumo directo o destrucción de las gónadas por parte del parásito, tal como ocurre con tremátodos de la especie Bucephalus mytili, que parasitan y destruyen las gónadas de varias especies de moluscos, o con cestodos que infestan a peces ciprínidos.
También puede ocurrir por manipulación metabólica u hormonal del hospedero para redirigir directamente hacia el parásito la energía que iba a ser empleada por el hospedador para la reproducción.
Por ejemplo, muchos parásitos manipulan el proceso de vitelogénesis, es decir de formación del vitelo, durante la reproducción de la hembra, impidiendo la formación adecuada del huevo, y por ende la reproducción.
Los cirrípedos de la familia Sacculinidae que infestan cangrejos machos, no actúan directamente sobre la gónada de estos, sino que secuestran las hormonas producidas por la glándula androgénica, responsable del control de masculinidad en estos organismos.
Como respuesta a este ataque, la glándula androgénica intenta producir mayor cantidad de hormonas, hipertrofiándose y posteriormente destruyéndose por el esfuerzo. La gónada se transforma entonces de testículo en ovario, pero el crustáceo se vuelve estéril.
Efectos de la castración parasitaria
Capacidad de reproducción del hospedero
El principal efecto de la castración parasitaria es la disminución de la fertilidad o la eliminación de la capacidad de reproducirse por parte del hospedero. Algunas especies de parásitos castran completamente a su hospedero, mientras que otras simplemente disminuyen la cantidad de descendientes que pueden estos pueden tener.
Una especie de cestodo (Flamingolepis liguloides) utiliza a un crustáceo (Artemia salina), en su ciclo de vida, como hospedero intermediario antes de infestar al flamenco, su hospedero definitivo. Este parásito, en algunas localidades disminuye el potencial reproductivo del crustáceo, mientras que en otras localidades puede causar su castración total.
Feminización e intersexos
Los sacculínidos y los insectos del orden Strepsiptera producen la feminización de los machos parasitados. En el caso de los sacculínidos, estos son totalmente endoparásitos mientras son juveniles. Cuando el parásito hembra madura sexualmente, saca fuera del cangrejo hospedero una parte de su cuerpo, denominada externa, la cual asemeja una masa ovígera y hará creer al macho feminizado que está ovígero, lo cual bloquea el proceso de muda de este, garantizando que el parásito no se perderá eventualmente junto con el exoesqueleto mudado.
Por su parte, algunos nematodos y cestodos parásitos de artrópodos, ocasionan intersexos en sus hospederos, consistentes en hormigas y otros artrópodos terrestres.
Comportamiento
Algunos castradores parasitarios que se transmiten tróficamente, es decir en los cuales el hospedero definitivo depreda al hospedero intermedio, son capaces de modificar el comportamiento de este intermediario, de manera que sea más susceptible de ser depredado por el hospedador final.
Gigantismo
Es difícil definir relación causa-efecto entre gigantismo y castración parasitaria, por cuanto mientras más grande es el hospedero, más probable es que pueda ser infectado por un parásito castrador, sin embargo, se ha demostrado que algunos parásitos castradores causan un crecimiento inusual en sus hospedadores luego de la castración.
Algunos autores sugieren que esto se debe a un fallo en el parásito para redirigir toda la energía que su hospedador emplearía para reproducción para su propio uso, por lo cual dicho excedente es empleado por el hospedador en crecimiento somático debido a su imposibilidad de reproducirse.
Otros autores sugieren que se debe a una estrategia del parásito de promover el crecimiento somático de su hospedador, pues a mayor tamaño, mayor expectativa de vida de este y al tener una vida más larga, el parásito tendrá más tiempo para reproducirse.
Entre las especies en las cuales se ha demostrado un gigantismo causado directamente por parásitos castradores se encuentran algunas especies de cladóceros infestados por hongos (Polycaryum) o bacterias (Pasteuria).
El trematodo Bucephalus mytili destruye la gónada del mejillón Mytilus eduli ocasionándole no solo castración parasitaria sino también un crecimiento muy superior al de los mejillones sanos.
Menor crecimiento
No siempre la castración parasitaria conlleva al gigantismo del hospedero, en ocasiones ocurre lo contrario, un menor crecimiento de los organismos castrados que sus congéneres sanos, por ejemplo, los cangrejos verdes de Europa infestados por saculínidos castradores muestran un menor crecimiento que los no infestados, lo mismo ocurre con algunos peces parasitados por isópodos.
Madurez precoz
Algunos peces infestados por cestodos parásitos castradores del género Schistocephalus responden madurando sexualmente en forma precoz para poder reproducirse antes de la castración definitiva por parte del parásito.
Referencias bibliográficas
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