El capital es uno de los factores de producción conjuntamente con el trabajo y la tierra. No obstante, es importante considerar que el concepto se ha manejado de forma diversa en el ámbito de la economía. En términos genéricos podemos decir que es todo elemento que tiene un valor y que sirve de alguna manera para producir bienes o servicios; esto puede agrupar tanto a bienes físicos como a efectivo, siempre que el mismo sea utilizado para producir o para obtener una renta. La finalidad del capital es generar un interés, un valor que se sumaría al valor ya existente.
Las sociedades occidentales actuales se caracterizan por un aumento constante del capital. Esta circunstancia en buena medida explica la alta productividad de las mismas, hecho que sin lugar dudas se relaciona con la capacidad de producir en gran escala. En síntesis, a mayor capacidad de producción, mayor capacidad de acumulación y viceversa. No obstante, a pesar del peso que el capital tiene en nuestro mundo, hubo momentos de la historia en el que hubo un corte abrupto en este sentido. Esto significa que en estos momentos claves, la capacidad de acumulación se acrecentó como una consecuencia del aumento exagerado de la productividad. La revolución industrial puede ser un buen ejemplo de esta circunstancia.
Algunas áreas de la economía son intensivas en el uso de capital, es decir, dependen primariamente de este factor de producción antes que de otros. La industria es un buen ejemplo de esta circunstancia, haciendo de la mano de obra un elemento menos relevante. En este caso el capital en consideración es el denominado capital fijo, es decir, la suma de inmuebles, maquinarias y elementos tecnológicos de los que disponga la empresa. En otras circunstancias, empero, el énfasis puede estar puesto en el capital financiero.
En el último tiempo se ha puesto en el tapete una serie de consideraciones acerca del capital que sugieren que existe una tendencia acumulativa en detrimento del bienestar de la población por un fuerte efecto negativo en la distribución de lo producido. Este tipo de planteamiento dista de ser nuevo, pero nunca había sido puesto en evidencia con datos exactos tomados de la realidad. La muestra es ciertamente abrumadora y hace cuestionar a muchas de las teorías hegemónicas que han atravesado la economía por los últimos cien años. En efecto, la conclusión de dichas evaluaciones establece que el crecimiento del capital es superior al crecimiento de la economía.