El caló es la lengua que hablan algunos gitanos, principalmente en España, aunque también en Francia y Portugal. Los lingüistas afirman que proviene del romaní, la lengua originaria de este pueblo.
Los gitanos proceden de la India. En el siglo Xlll emigraron hacia Europa y se establecieron en mayor o menor medida en todos los países. Llegaron a España entre el siglo XlV y XV, cuando todavía España no existía como nación.
El romaní es la lengua genuina de los gitanos, la que hablaban cuando estaban asentados en la India, pero en su proceso de dispersión geográfica el romaní fue evolucionando. En cada país el romaní se mezcló con la lengua autóctona y en el caso de España acabó derivando en una modalidad distinta: el caló. Desde un punto de vista oficial es una lengua que no tiene un reconocimiento explícito, por lo que en la Constitución Española no está incluida entre las distintas modalidades lingüísticas aceptadas dentro del estado español (el catalán, el vasco, el gallego y el español son las únicas que tienen este estatus). En consecuencia, el caló no es considerado como un idioma en el sentido tradicional, sino como una jerga.
El caló en España ha sido asociado históricamente al mundo marginal de los gitanos, que lo utilizaban como medio para esquivar el control de las autoridades, pues eran considerados como delincuentes y personas que no se integraban en la sociedad. Estas circunstancias históricas hicieron que el pueblo gitano tuviera un sentimiento de unión muy fuerte (para ellos los que no son de su etnia son payos). Este pueblo minoritario fue perseguido en toda Europa y en España se llegó a acuñar un término (la cuestión gitana) para expresar la preocupación del estado en relación al modo de vida de esta minoría. El caló fue una lengua que sirvió para cohesionar a un colectivo que tenía dificultades (para unos han sido perseguidos injustamente y otros afirman que son ellos los que se automarginan con su estilo de vida).
Según datos oficiales, en España hay entre 500.000 y 600.000 gitanos (la población total supera los 47 millones), de los cuales solo unas 100.000 personas hablan caló. Aunque es una lengua que no se estudia en el ámbito académico, sí hay diccionarios de caló. Es un caso que recuerda un poco al lunfardo que se habla en Argentina, singularmente en Buenos Aires.
El español que se habla en España, sobre todo en contextos coloquiales, ha incorporado algunas palabras del vocabulario caló: biruji significa frío, chungo es algo difícil, gachí es una mujer, pirarse quiere decir irse de un sitio y molar es gustar. Éstas y otras muchas palabras del caló forman parte del uso cotidiano del español, aunque no se utilizan en otros países latinoamericanos.