Ante la posibilidad de comer en un restaurante, hay una gran variedad de opciones, tanto por el tipo de cocina como por el sistema de elección de los alimentos.
Como clientes podemos elegir, básicamente, tres tipos de fórmula en la elección de lo que queremos comer: a la carta, menú o tipo buffet. Si comemos a la carta debemos escoger entre los platos que aparecen en una relación escrita en un soporte ( la carta ). El sistema del menú establece unas posibilidades muy concretas, normalmente se presentan dos platos de los que se puede elegir uno ( para el primer y segundo plato ) y un postre y la bebida, siendo el precio final a pagar una cantidad ya indicada.
El buffet consiste en que el restaurante presenta una gran variedad de platos y el cliente puede acceder a ellos y servírselos él mismo sin la intervención de un camarero. El precio a pagar por la comida está determinado de antemano y es independiente del número de platos que haya comido y de la cantidad.
Este sistema es muy habitual en los hoteles, especialmente para el desayuno. Cuando el cliente del hotel va a desayunar, sólo tiene que facilitar su número de habitación al recepcionista del restaurante para acceder al mismo. A partir de este momento tiene plena libertad para elegir lo que va a comer.
El buffet es una modalidad que tiene una serie de ventajas e inconvenientes. Desde el punto de vista del restaurante, la ventaja consiste en la reducción del personal que atiende a los clientes, ya que son éstos mismos quienes se sirven los alimentos. Para el cliente, lo positivo es que su planteamiento a la hora de elegir comida es plenamente libre ( por eso se denomina buffet libre ), solamente tiene que pagar la cantidad establecida. Este aspecto es muy relevante, puesto que a la hora de organizar una comida, el sistema del buffet permite planificar con precisión el gasto que se va a realizar. De esta manera, el cliente no va a tener sorpresas con la factura final.
En cuanto a los inconvenientes, el restaurante está obligado a presentar una amplia variedad de platos que, por otra parte, requieren de una infraestructura para que se mantengan en las condiciones óptimas ( para platos calientes o fríos, luminosidad adecuada y disponibilidad de espacio ). Para el cliente, la desventaja dependerá del hambre que tenga: si tiene mucha, seguramente el precio que paga será razonable y con pocas ganas de comer, la cantidad puede resultar excesiva.