La historia política de casi todas las naciones de este mundo cuentan con dirigentes políticos que se han destacado por pelear, incluso dejando su vida, por el bienestar de sus compatriotas y de su país, pero lamentablemente también todos en sus páginas cuentan con políticos nefastos que utilizaron su llegada al poder para enriquecerse ellos y a sus allegados.
En este último grupo podría incluirse al ex presidente dominicano Buenaventura Báez.
El Jabao, como también se lo conocía a Báez, presidió República Dominicana en cinco ocasiones durante el siglo XIX y en todas sus gestiones sobresalió por enriquecerse a más no poder realizando negocios desde el estado mismo, el más resonado es el que efectuó oportunamente con el tabaco.
El tabaco era por aquellos tiempos la principal exportación de República Dominicana, entonces, Báez, compró toda la cosecha a través de una moneda sin respaldo, la vendió y se quedó él mismo con todas las ganancias. Obviamente, este hecho además de consistir un magnífico acto de corrupción y de contrariar de plano sus deberes como funcionario público, implicó la caída abrupta de uno de los sectores de la economía más importantes ya que los productores de tabaco lo perdieron todo.
Buenaventura Báez Méndez nació en el municipio dominicano de Cabral un 14 de julio del año 1812. Por aquel tiempo Capitanía General de Santo Domingo.
Su formación académica se produjo en Europa y antes de convertirse en presidente fue diputado y alcalde.
Si bien en un comienzo se opuso de manera férrea a la independencia de Santo Domingo, luego, al tomar consideración del enorme tamaño de la gesta, la apoyó.
La defensa de la identidad nacional tampoco fue algo en lo que destacó este político dominicano ya que en reiteradas oportunidades se encargó en persona de ofrecer su patria a intereses foráneos, tal es el caso de Francia, país al que le ofreció ejercer un protectorado, y luego, cuando ésta se negó le ofreció lo propio a Estados Unidos.
Sus cinco pasos por la presidencia fueron accidentados y culminaron en exilio pero a pesar de ello, lograba regresar al poder y seguir vendiendo cuanto bien correspondía a su patria de la manera más descarada y vil.
Su última deposición en el año 1878 culmina con el exilio en Puerto Rico donde finalmente fallecerá a los 71 años, un 14 de marzo del año 1884.