El ser humano ha demostrado una gran capacidad para comprender todo tipo de realidades (las leyes del universo o los mecanismo celulares) e inventar sofisticados artilugios para mejorar las condiciones de vida. No obstante, no hemos sido tan eficaces a la hora de comprendernos a nosotros mismos.
La idea fundamental de autoconocimiento indica la capacidad de entender quiénes somos y por qué actuamos de una manera determinada. Ante estos interrogantes, no hay una respuesta sencilla. De hecho, el autoconocimiento es una especie de enigma, ya que resulta muy difícil conocer cuáles son nuestras motivaciones internas. A pesar de esta dificultad, hay filósofos y psicólogos que han reflexionado sobre el autoconocimiento.
El autoconocimiento según Sócrates y Freud
Sócrates vivió en Atenas en el siglo V a. C. Su vida y sus reflexiones son conocidas a través de uno de sus discípulos, Platón. Sócrates expresó una idea muy concreta sobre el autoconocimiento: conócete a ti mismo. Se trata de una propuesta, un reto. Propuso que si queremos llevarnos bien con nosotros mismos tenemos la necesidad de hacer un análisis interior profundo. Dicho con otras palabras, hemos de realizar un ejercicio de autoanálisis para no engañarnos sobre nuestra propia persona, nuestros deseos y aspiraciones.
El planteamiento de Sócrates viene a decir que la verdad sobre nosotros es importante y de alguna manera tenemos que encontrarla.
Freud es un pensador del siglo XX y el padre del psicoanálisis. En relación con el autoconocimiento, hizo una profunda reflexión. Su tesis principal afirma que no podemos acceder a la verdad sobre nosotros de una manera puramente racional, porque la mente humana tiene un elemento no racional, el inconsciente. Por lo tanto, Freud propuso una serie de técnicas (la hipnosis o la interpretación de los sueños) para llegar a comprender los mecanismos inconscientes que actúan en nuestra mente. Para conseguir entender nuestro inconsciente y cómo influye sobre nosotros es necesario un proceso complejo (básicamente una terapia psicoanalítica). Si la terapia resulta satisfactoria el individuo podrá interpretar adecuadamente quién es en realidad y cuáles son sus auténticas motivaciones, es decir, tendrá un autoconocimiento.
Las reflexiones de Sócrates y Freud nos recuerdan que el cerebro humano continua siendo un misterio. Es indudable que se conocen muchos aspectos de este órgano, pero todavía seguimos haciéndonos preguntas porque buscamos y necesitamos el autoconocimiento.