La austeridad es una condición en la que se gasta solo lo necesario para la supervivencia de una persona o una organización. Es ante todo una actitud que evita el derroche y la falta de consideración en lo que respecta al uso de los recursos. Hoy en día debiera ser tenida especialmente en cuenta en una sociedad en donde se pone un foco exorbitante en el consumo desordenado de bienes y servicios. En efecto, la austeridad bien entendida es el uso ordenado de las posibilidades económicas existentes, uso que derivará sin lugar a dudas en una mayor estabilidad en el mediano y largo plazo.
Un criterio básico para mantenerse en una actitud austera es la de gastar menos que lo que se tiene como ingreso habitual. Esta circunstancia puede ser considerada un tanto obvia, pero lo cierto es que si observamos a la sociedad contemporánea, veremos que existe una clara deficiencia al respecto. En efecto, en muchos países del mundo las personas tienen gastos que superan ampliamente a sus ingresos corrientes. En cuanto a los estados, éstos suelen mantenerse en una situación de déficit permanente que difícilmente pueda achicarse con el paso del tiempo. Estas circunstancias dan cuenta de una pérdida significativa del sentido de austeridad.
Cuando se tiene en poca cosa a la austeridad, se puede caer en una situación de endeudamiento permanente, situación que en algunos casos puede ser difícil de sobrellevar si se agudiza con el paso de los años. En efecto, la peligrosidad de esta circunstancia es que el endeudamiento de este tipo se destina especialmente al consumo; distintos sería el caso de un endeudamiento enfocado en la inversión, en la producción o en la adquisición de algún bien físico de gran importancia que significase un aumento paralelo del activo. En otras palabras, un comportamiento excesivamente dispendioso desde el punto de vista económico es ciertamente un rasgo de irracionalidad.
Para finalizar, cabe señalar que la austeridad no implica un desuso de los recursos. En efecto, los mismos deben utilizarse, pero utilizarse con tino y criterio, buscando que generen beneficios. Otra manera para nombrar a la austeridad es con el término eficiencia. En efecto, la eficiencia implica hacer uso de los recursos de la manera más racional posible, buscando que los mismos cumplan con distintos objetivos sin que exista un derroche al respecto. Es importante por lo tanto conocer de forma más cabal a los principios de la economía y de las finanzas para tener un tipo de comportamiento más centrado en este tipo de tópicos.