Un asesinato es la acción de matar a alguien. Como es lógico, se trata de un delito que está castigado por la ley y en algunos países con la pena de muerte.
Desde un punto de vista legal, el asesinato es una modalidad de homicidio, ya que incorpora una serie de rasgos específicos: la planificación o premeditación del crimen, el ensañamiento con la víctima y algún tipo de motivación por parte del asesino.
Al margen de la consideración jurídica sobre lo que es un asesinato, hay un acuerdo general en la sociedad en relación con la repulsa de esta acción. Se considera que se trata de un comportamiento inhumano, injustificado, inmoral e ilegal.
Otro de los prismas desde el cual es posible analizar un asesinato es la vertiente de los medios de comunicación. Un asesinato es algo excepcional y que suele estar envuelto en asuntos turbios, ambientes mafiosos y circunstancias extrañas. Todo ello aporta una dimensión morbosa de las noticias que tratan los crímenes. Este componente misterioso y perverso que activa el morbo de la sociedad se manifiesta igualmente en la literatura o el cine.
La figura del asesino se encuentra rodeada de un halo extraño, pues se intenta comprender y descifrar la motivación interior que le lleva al asesinato. En este sentido, la historia ha sentido fascinación hacia ciertos asesinos: Jack el destripador, el Conde Drácula, James Mason y otros muchos.
A pesar de que estadísticamente el asesinato es algo excepcional en la mayoría de países, es un fenómeno que está muy presente en la historia de la humanidad: en la guerra, en el terrorismo, en la tortura y el martirio o en la venganza.
Cada asesinato tiene una contexto propio. En los duelos que se celebraban en otros tiempos había un sentido honorable del crimen. La pena de muerte tiene dos bandos claramente diferenciados. En algunos casos hay una cierta comprensión social hacia el asesinato (por ejemplo, cuando se trata de una venganza originada por una gran injusticia).
El concepto de asesinato es más complejo de lo que puede parecer en un primer análisis. Si, por ejemplo, matamos a un animal para alimentarnos, a casi nadie se le ocurre considerarlo como un asesinato. En cambio, si el animal muerto es un toro, algunos consideran que sí es un asesinato. Algo similar ha ocurrido en relación con algunos episodios históricos (por ejemplo, en las ejecuciones realizadas durante la Revolución Francesa). Ante este tipo de circunstancias ha habido quienes defendían una justificación de los hechos porque estimaban que eran un mal necesario y, por lo tanto, tenían una motivación razonable desde su punto de vista.