La agresividad es una actitud que tiende a la violencia. Se trata de un comportamiento exclusivamente humano, ya que no es correcto hablar de violencia o agresividad en los animales, pues éstos actúan de manera instintiva y a partir de un patrón fijo de comportamiento.
La persona que habitualmente tiene dicha actitud es alguien agresivo. Se podría presentar una serie de características propias que describen este comportamiento: lenguaje enérgico y despreciativo, gestos amenazadores y desafiantes, falta de respeto a los demás, intolerancia e irritabilidad y, en definitiva, unas pautas opuestas al respeto hacia las otras personas.
El comportamiento agresivo se puede analizar desde dos ángulos: psicológica o socialmente.
Los estudiosos de la conducta intentan comprender cómo y por qué existe la agresividad. Para algunos se trata de un elemento instintivo en el ser humano. Para otros, es algo que adquirimos a partir de un modelo social. No hay conclusiones definitivas que puedan explicar las causas de la agresividad, aunque sí hay acuerdo en el hecho de considerar problemático este comportamiento. En este sentido, la agresividad tiene un cierto componente patológico e incluso puede estar asociado a un trastorno de la personalidad.
Si se analiza la agresividad desde un punto de vista social, ésta se presenta igualmente como un problema. Son varios los contextos en los que se dan comportamientos agresivos: el bullying escolar, por parte de ciertos grupos radicales, en algunas actividades deportivas, en relación con zonas marginales, etc. La agresividad puede encontrarse en cualquier ámbito humano y en grados muy variables, desde un nivel moderado hasta su máxima expresión, la guerra. En cualquier caso, la agresividad siempre expresa una dosis de violencia.
Al margen de los dos enfoques de la agresividad, hay varias disciplinas académicas que se ocupan, directa o indirectamente, de esta actitud: la criminología estudia el perfil agresivo de los criminales, el derecho contempla las sanciones legales implicadas y la sociología valora las manifestaciones violentas en el seno de una sociedad.
Hay algunos planteamientos ideológicos o religiosos que de manera explícita intentan oponerse a la agresividad: el budismo, el movimiento religioso cuáquero o el pacifismo. Todos ellos defienden posturas no violentas de una manera radical, ya que son conscientes de que la mínima tolerancia hacia la agresividad es potencialmente peligrosa.