La vanagloria es la expresión de un orgullo exagerado que alguien manifiesta con respecto a sí mismo, ya sea una cualidad, un logro o la posesión de un bien.
Se considera una actitud contraria a la humildad y una forma de soberbia, Quien tiene la costumbre de vanagloriarse sobre algún asunto tiene una opinión de sí mismo muy satisfactoria, aunque no haya una justificación para ello (no hay que olvidar que el adjetivo vanus indica algo vacío de contenido). En este sentido, hay que tener presente que no está bien visto socialmente hablar sobre uno mismo en términos elogiosos, pues deben ser los demás quien hablen sobre las cualidades de uno.
En el idioma español hay otros términos muy similares: jactancia, engreimiento, arrogancia, soberbia o, el más común, vanidad.
Se considera que la vanagloria constituye un defecto, pues quien tiene esta tendencia en su comportamiento adopta una postura de superioridad sobre los demás, dando a entender que algo suyo tiene un valor especial y de gran relevancia.
Si alguien muestra un orgullo por algún motivo justificado y sin ningún ánimo pretencioso, se considera que su valoración es razonable y equilibrada. Sin embargo, si el orgullo es desmedido y habitual se cae en la vanagloria, algo valorado comúnmente como excesivo y, en consecuencia, rechazable desde el punto de vista de la moralidad. Si bien se trata de una actitud de por sí desmedida, puede incluso llegar a un extremo de mayor exageración, el endiosamiento ( algunos historiadores consideran que la personalidad del emperador romano Calígula es un ejemplo de endiosamiento).
Según la tradición cristiana, esta forma de arrogancia es uno de los vicios humanos y es considerada como una actitud próxima al pecado. En la Biblia hay muchas referencias a esta forma de comportamiento, que es contraria al respeto hacia los demás y a la humildad, la virtud defendida por Jesucristo. El rechazo hacia la actitud de la vanagloria o la vanidad no es exclusivo del cristianismo, ya que en la mitología griega el mito de Narciso (un personaje enamorado de sí mismo y castigado por los dioses por ello) también pone de relieve lo inadecuado de este comportamiento.
Si bien la humildad, la sencillez o la modestia son las virtudes que se presentan como opuestas a la vanagloria, vale la pena recordar que también la modestia puede ser considerada como inapropiada y, de hecho, se habla de la falsa modestia, una manera disimulada de vanagloriarse.
Aunque no es posible trazar un prototipo de individuo que encaje con este defecto, es bastante común entre las personas con un gran éxito social, quienes son halagadas con frecuencia y pueden llegar a pensar que tienen unas cualidades por encima de lo normal.