La temperatura corporal es la temperatura que emite el cuerpo humano como consecuencia de la generación de energía existente en su interior. En rigor, este tipo de condición es extrapolable a todos los mamíferos y es una forma de adaptación al medioambiente. La temperatura corporal se mantiene constante a medida de que cambia la temperatura exterior, circunstancia que otorga a los hombres y a los animales mamíferos el nombre de homotermos. No obstante, es posible dar cuenta de excepciones en lo que respecta a esta invariabilidad de la temperatura cuando se está enfermo o cuando se entra en un sueño profundo.
Cuando la temperatura exterior desciende con respecto a la corporal, el cuerpo humano procederá a consumir más energía para contrabalancear esta circunstancia, tratando de mantener la temperatura constante. Por el contrario, cuando la temperatura exterior aumenta con respecto a la corporal, el cuerpo comienza a transpirar como respuesta, para que con el contacto del aire y del agua se genere refrigeración. Este tipo de fenómenos dan cuenta de la enorme complejidad que alcanzaron los mamíferos en su derrotero evolutivo. A diferencia de los mismos, otros animales de sangre fría deben desplazarse de un lado a otro intentando buscar condiciones de temperaturas adecuadas; buen ejemplo de esta situación lo evidencian los lagartos, que se tienden al sol para captar su calor.
Como hemos señalado existe un momento en que la temperatura falla en regularse. Es el momento en que dormimos profundamente. Esta situación explica el hecho de que tengamos frio muchas veces en la noche con una temperatura que al estar despiertos nos parece normal; también es el motivo por el que debemos taparnos siempre en esta etapa. En rigor, lo que sucede es que el proceso descrito de regulación se torna ineficiente en este momento, pero siempre está vigente en alguna medida.
La temperatura que debe tener el cuerpo humano es de treinta y siete grados. De bajar por debajo de ese nivel se generaría una hipotermia, circunstancia que podría llevar a la muerte si no es tratada rápidamente. Por el contrario, si la temperatura sube demasiado podría existir daño cerebral. Este tipo de situaciones hace que sea importante prestar atención a la temperatura que muestran las personas enfermas, sobre todo si son niños; en caso de que exista alguna variación se hace necesaria tomar medidas que hagan que la situación se equilibre nuevamente, como abrigar en casos de frio o humedecer en casos de calor excesivo.