Existe un superávit cuando los ingresos son mayores a los gastos, a lo que, si bien pudiera sonar como algo positivo, tiene características que lo hacen perjudicial en ciertas ocasiones, como en el caso de la producción, donde al existir un superávit de productos para la venta cuando la demanda es baja, surge un problema en los precios y la producción, ya que se decide bajar la creación de mercancías por el alto stock, bajando salarios, empleo y si no se venden los productos, estos se vuelven obsoletos o se deprecian generando pérdidas a la empresa.
Lo mejor en todo momento es contar con una estabilidad en cuanto a los diferentes ámbitos donde se puede dar un superávit, estos son contables, económicos y fiscales. Cuando se habla de una temática de finanzas, es genial tener un superávit el cual se traduce en pago de deudas, los niveles positivos en ingresos se enfocan a pagar la deuda y si es posible sus intereses.
En la economía, la sostenibilidad de este factor esencial para el crecimiento. Tener un superávit se interpreta como un buen avance en donde hay plenitud y se pueden pagar intereses saliendo libres de cualquier recargo. En el comercio se observa una ventaja de los productos nacionales ante los extranjeros, creando empleo, mejores ingresos y capitales internos fuertes. Esto no solo se da en el ambiente económico público y macroeconómico, también en la microeconomía considerando lo privado, tanto en las empresas como el hogar.
Medición y clasificación
Esta situación beneficiaria se mide en periodos de tiempo, las variables fluctúan a partir de las actividades económicas, reflejando las políticas que lanza el estado y donde a partir de los resultados se puede determinar si existe un déficit o superávit. Generalmente, estos periodos de tiempo donde se trata de analizar el rendimiento de las reformas estructurales son mensuales, trimestrales o anuales dependiendo de la situación. El dato preciso se obtiene cuando se diferencian los gastos a los ingresos.
En su formato contable considerando a la macroeconomía se clasifica de la siguiente manera:
Superávit fiscal.- Se basa en la recaudación por parte del gobierno, siendo determinado cuando se obtienen mayores ingresos de lo esperado. Debido a esta cualidad pública, se divide en tres tipos:
– Público. Cuando el superávit involucra a todas las administraciones del país.
– Presupuestario. Es el previsto por el gobierno después de analizar la situación recaudatoria, es lo que se quiere obtener en un periodo de tiempo.
– Primario. En este escenario superavitario no se consideran los intereses de las deudas adquiridas con anterioridad, es uno de los más recurrentes.
Superávit exterior.- Diferencia entre ingresos y gastos con respecto a otros países. un escenario recurrente se da cuando los ingresos exteriores son mayores a las deudas en el exterior, esta tipo de superávit se considera en su mayoría por la posición comercial y se refleja en la balanza comercial o de pagos, también se clasifica en tres tipos:
– Comercial. Las exportaciones son mayores a las importaciones, la balanza comercial es positiva.
– Capital. Inversiones de moneda extranjera sobrepasa a las inversiones de moneda nacional en el exterior, este es un contexto regular en Latinoamérica, es algo peligroso debido a las constantes fugas de capitales causadas por las especulaciones, por lo que se pretende tener un equilibrio en la balanza.
– Financiero. Existe cuando el financiamiento del país es en su totalidad de carácter interno, cuando sale el dinero alcanza en el interior del país y la inversión hacia el extranjero existen por tener la posibilidad de hacerlo.
En cuanto a su posición en un ambiente microeconómico el superávit se considera:
Privado.- Situaciones que se presentan en el medio microeconómico, donde se considera a las familias y empresas. Se habla de carácter monetario, sin embargo, también existe un tipo de superávit privado que se conoce como alimentario, en donde existe una abundancia de alimentos.
Un superávit se puede pronosticar, cualidad que lo determina con un carácter cíclico, es decir, reconocer si se da de manera temporal o se mantiene por un largo periodo. A partir de su movilidad se toman decisiones importantes, cuya estructuración es clave para la estabilidad de la economía. Se debe considerar que los beneficios de un superávit no son temporales; tienen una caducidad debido a los ciclos económicos, por lo que se debe aprovechar cuando aparece, y para ello se enfocan políticas de equilibrio en todos los medios posibles antes mencionados donde se puede ocurruir una situación de excedente.