El suelo agrícola es el suelo entendido como un medio para el desarrollo de la agricultura. Desde esta perspectiva es que se valoran determinados aspectos del mismo, aspectos relativos a condiciones de productividad que se derivan de la fertilidad del mismo. Cuando el suelo se encuentra provisto de numerosos nutrientes, entonces puede considerarse que es especialmente apto para el desarrollo de la agricultura; por el contrario, cuando carece de los mismos es imposible mantener una actividad económica rentable sobre el mismo. Dada la importancia que tiene el suelo en la generación de alimentos, existen algunas disciplinas que se encargan especialmente del tratamiento para mejorar esta condición, o al menos evitar que se deteriore.
La agricultura es y ha sido una actividad fundacional de la civilización. En efecto, gracias a la misma el hombre dejó su condición de nómade para asentarse. En este contexto, las tierras sobre las que se desarrollaron estas primeras sociedades sedentarias debían de ser necesariamente fértiles, en particular debido a la baja tecnificación que existía para la actividad. Así, podemos comprobar que, en efecto, las primeras ciudades se construyeron a la vera de ríos que garantizaban humedad y en donde el suelo agrícola tenía las propiedades necesarias para alimentar a la población.
Hoy en día, esta importancia del suelo lejos de eliminarse se ha incrementado. En efecto, la necesidad existente de proveer a una sociedad cada vez más populosa de los alimentos necesarios para su supervivencia hace que exista un gran cuidado en los tratamientos de los suelos para que mantengan sus condiciones de productividad. En este sentido hubo un avance significativo en lo que respecta al empleo de diversas técnicas que garantizan que el suelo se desgaste lo menos posible y que pueda recuperarse rápidamente luego de su uso. Esta circunstancia garantiza en buena medida que mantenga su valor con el paso del tiempo.
Hoy en día, mantener el cuidado del suelo agrícola es un objetivo clave que debe defenderse a toda costa. Los suelos en condiciones de producir alimentos son limitados y cualquier afectación al respecto puede ser extraordinariamente nociva. Lamentablemente, el efecto hibernadero está haciendo que muchas zonas que antes eran aptas para la actividad agrícola hoy en día vean amenazada esta condición. En efecto, existe un proceso de desertificación alarmante en muchas regiones del mundo que antes eran fértiles y que implican un desafío enorme para la sociedad. Lamentablemente dicho problema solo podrá solucionarse a partir de medidas enérgicas de los gobiernos del mundo, algo difícil de conseguir.