- 09/01/1908
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- 14/04/1986
Nació en la ciudad de París, en el seno de una familia de clase media. Su padre fue un hombre de derecho; tuvo una hermana menor llamada Helene.
Recibió una gran influencia de sus padres en su formación inicial. Su papá, que era ateo, la impulsó a la lectura de los grandes clásicos de la literatura y a escribir, mientras que su madre, una devota creyente, le transmitió su fe religiosa. Con el tiempo, se fue alejando de la religión hasta definirse atea como su padre.
Inició la carrera docente, y en el Instituto Désir, conoció a una mujer, Zaza, que se convirtió en una gran inspiración para el desarrollo de sus primeras reflexiones sobre el relegado rol social de la mujer. Estuvo convencida que la temprana muerte de su amiga se debió, no a una enfermedad, como todos creyeron, sino al fantástico estrés que le generó la oposición de su familia a su matrimonio.
Se integró al movimiento socialista mientras estudiaba en la universidad.
Estudió literatura y filosofía en la Sorbona. En estos años frecuentó y se codeó con importantes filósofos y pensadores.
Se graduó en Letras y logró la habilitación para ejercer como docente agregada de filosofía.
Conoció al filósofo Jean Paul Sartre, con quien mantuvo una relación sentimental y profesional. No se casaron y asumieron un vínculo ciertamente novedoso para la época: se permitieron mantener relaciones con otras personas. Ella vivió romances con hombres y mujeres.
La docencia dominó esta etapa. Marsella fue su primer destino como profesora, siguió la ciudad francesa de Rouen, y finalmente París, en el Liceo Moliere.
Dejó la enseñanza para dedicarse por completo a la literatura.
Publicó su primera obra: La invitada, una propuesta autobiográfica en la cual abordó las relaciones con Sartre y con una joven alumna.
Editó La sangre de los otros, que narra las implicancias de asumir la responsabilidad intelectual en tiempos de guerra. El contexto era el de la Segunda Guerra Mundial.
Cofundó, junto a Sartre y otros colegas, la revista Tiempos Modernos, principal órgano de difusión de la filosofía existencialista, y muy cercana al ideario del comunismo.
Escribió su primera obra teatral: Las bocas inútiles, que se presentó en Teatro des Carrefours de París, en ese mismo año.
Le dedicó una obra a Sartre. Salió a la venta Todos los hombres son mortales, que le dedicó a su compañero de vida.
Se editaron sus ensayos sobre la filosofía existencialista y la moral.
Participó y dio varias conferencias en Estados Unidos de las cuales derivaron su libro: América día a día.
Publicó El segundo sexo, su obra más famosa, polémica y comentada. Se instituyó en una especie de decálogo para el feminismo que irrumpió fuertemente en la escena de la década del ’60 y sentó las bases de su pensamiento respecto de la necesaria emancipación de la mujer.
Reunió un contenido muy rico y vanguardista, a razón de los temas que abordó y que sometió a su aguda y singular mirada: los diversos roles y perspectivas de la mujer (madre, esposa, lesbiana, prostituta; enamorada, mística y narcisista, respectivamente) para finalmente proponer su liberación e independencia.
Continuó su actividad como conferencista y se extendió aún más por Europa y América.
Se opuso a la invasión rusa a Hungría. Suscribió el manifiesto que objetó a la misma, demostrando con esta acción, y otras tantas en el mismo sentido, su compromiso con los sucesos políticos de su tiempo.
Apoyó la independencia de Argelia, y lo manifestó públicamente siendo una de las firmantes del “manifiesto de los 121” en el cual se denunció al colonialismo como un sistema opresivo.
Conoció al Che Guevara, líder de la revolución cubana, en un viaje que hizo junto a Sartre a la isla del caribe.
Realizó viajes muy enriquecedores por la Unión Soviética, Israel, Japón, Egipto… que se combinaron con la publicación de nuevas novelas y hechos personales muy significativos, como la muerte de su madre.
Se manifestó a favor del aborto. Se incrementó su compromiso con la causa feminista y también atravesó filosóficamente, con su aguda interpretación, la etapa de la vejez, que empezaba a transitar. De sus reflexiones surgió un estudio que publicó con el título la Vejez.
Publicó 4 volúmenes autobiográficos: Memorias de una joven formal, Necesariamente, La plenitud de la vida, y En conjunto, que empezó a escribir más de 15 años antes de publicarlos.
Murió Sartre, su gran compañero intelectual y de vida. El duelo interior derivó en la obra: La ceremonia del adiós, en la cual rememoró el vínculo tan intenso y duradero que los unió, además de narrar los últimos meses de vida del autor, y el sufrimiento de su enfermedad.
Falleció en la ciudad de París a los años 78 años por un cuadro de neumonía agravada.
Sus restos descansan junto a los de Sartre en el Cementerio parisino de Montparnasse.