En las sociedades avanzadas el estado proporciona al conjunto de la ciudadanía una serie de servicios relacionados con aspectos diversos, la seguridad, la salud, la educación o las infraestructuras. Cuando éstos y otros servicios son gestionados por organismos del estado se habla de servicios públicos.
Como criterio general, todos ellos son considerados esenciales para la estabilidad y la cohesión social de un país.
Así mismo, los diferentes organismos que se encargan de su gestión tienen un grado de autonomía administrativa y financiera. La calidad de los mismos depende de los recursos económicos que la administración proporciona a través de los presupuestos del estado. Por otra parte, estos organismos tienen personalidad jurídica propia.
La cuestión de la descentralización
En la mayoría de estados los servicios públicos presentan tres niveles de actuación: municipal, regional y estatal. Este esquema tiene como finalidad la descentralización de los organismos públicos. Así, las tareas de limpieza, mantenimiento o los servicios sociales son administrados por entidades locales.
La regulación urbanística suele tener un carácter regional. El sistema de pensiones, las carreteras, la seguridad o la sanidad dependen normalmente de instituciones estatales.
La cuestión de la calidad
Los ciudadanos cada vez son más exigentes con respecto a la administración pública y su eficacia en la gestión. En este sentido, existen algunas herramientas para mejorar la calidad de los servicios públicos. En primer lugar, se han desarrollado modelos de gestión de la calidad.
Por otra parte, se han introducido las nuevas tecnologías para que los ciudadanos puedan realizar gestiones online de manera directa y sin desplazamientos innecesarios. En algunos países los usuarios de los servicios públicos tienen la posibilidad de evaluarlos.
El papel de los servicios públicos y las ideologías políticas
Desde una perspectiva estrictamente liberal, los servicios públicos deberían ser los mínimos imprescindibles o incluso no deberían existir. Para los liberales el estado debe actuar como un simple árbitro de la sociedad y, por consiguiente, no es razonable que gestione ningún tipo de servicios, pues estos tendrían que ser privados y no públicos.
Desde un enfoque socialdemócrata, el estado tiene que organizar los servicios básicos de una sociedad para que exista una igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.
Concluyendo, el estado debe estar muy presente en el sistema educativo, en la sanidad, en el sector energético y, en general, en todos los ámbitos estratégicos de una nación.