Algunos acontecimientos o vivencias provocan impresiones en nuestro espíritu, que se traducen en algún tipo de sentimiento. La gama de sentimientos es muy diversa: de amor, de celos, de ira, de rabia, de pena o de melancolía.
Cuando el sentimiento se manifiesta de manera exagerada se puede hablar de sentimentalismo. Se podría afirmar que su idea opuesta sería el racionalismo, la corriente que otorga un especial protagonismo a la razón.
Algunas manifestaciones culturales se han caracterizado por su sentimentalismo, por ejemplo el movimiento artístico del romanticismo, donde se exalta la emotividad humana.
Hay géneros literarios que tienen igualmente esta peculiaridad. Es el caso de la novela rosa, donde los personajes viven pasiones intensas y hay una atmósfera de gran intensidad emocional.
La idea de sentimentalismo se suele emplear de una forma peyorativa, dando a entender que el sentimiento que se expresa es desmedido, exagerado e incluso fingido. Cuando alguien tiene la costumbre de emocionarse con facilidad y ante situaciones cotidianas se afirma que es un sentimental y, por lo tanto, cae en el sentimentalismo. En ocasiones, se considera que esta respuesta es forzada y poco natural y que tiene un componente teatral.
Algunas películas o series de televisión tienen un enfoque basado en el sentimentalismo, en el que se busca la complicidad del espectador provocando una emoción intensa e incluso alguna lágrima. Algo muy parecido sucede con algunas noticias o anuncios publicitarios, en los que igualmente se pretende tocar la sensibilidad del espectador, es decir, despertar en él una emoción intensa y profunda. Se puede decir, por lo tanto, que el sentimentalismo es un recurso para llamar la atención y para conseguirlo se utilizan elementos complementarios diversos (palabras dulces, una música melancólica o una mirada con lágrimas en los ojos).
Entre las manifestaciones del sentimentalismo destaca el sentimentalismo americano. Consiste en la exaltación de los símbolos propios de esta nación (la bandera o el himno), así como algunos valores propios de la cultura americana (un ejemplo muy concreto sería el lema oficial de EEUU, in god we trust, confiamos en dios).
Ciertos planteamientos políticos tienen un fundamento profundo de tipo sentimental. Es lo que sucede con algunos nacionalismos, que subrayan la pertenencia a un grupo como un valor supremo, ya que las personas están unidas por unos lazos afectivos que van más allá de lo racional (un pasado glorioso o una espirtualidad distinta a la de otras naciones).