Todos los seres vivos están sujetos a un proceso de envejecimiento. Los seres humanos alcanzamos la última etapa de la vida a partir de los 65 años. Dicho periodo recibe varias denominaciones: vejez, ancianidad o tercera edad.
Si bien cada individuo vive su vejez con unas circunstancias singulares, como norma general se produce un cierto deterioro físico e intelectual. En este escenario, senectud hace referencia al conjunto de aspectos asociados al envejecimiento.
Características biológicas y psicológicas de las personas mayores
Fisiológicamente los ancianos presentan una pérdida de elasticidad y fuerza muscular. Paralelamente, se produce una disminución en la percepción, tanto visual como auditiva. Todo ello va acompañando de una alteración en la capacidad de reacción.
Desde un punto de vista psicológico también hay algunos cambios. Entre los ancianos es bastante habitual el fallecimiento de la pareja o de aquellos amigos con una edad avanzada. Esta circunstancia puede generar un cierto aislamiento emocional, angustia o situaciones de desarraigo social. Con frecuencia el anciano se siente solo y con unas expectativas de vida poco estimulantes.
En la medicina hay una especialidad dedicada a las personas mayores, la geriatría. El motivo de ello resulta evidente: algunas patologías están asociados a la edad avanzada. Entre las enfermedades más comunes destacan la diabetes, la insuficiencia cardíaca, la artrosis y las distintas formas de demencia.
Una vida activa y con proyectos es la receta idónea
Ser un anciano no significa que necesariamente se tengan que padecer una serie de dolencias y limitaciones. En este sentido, cada vez hay más personas con una edad avanzada que disfrutan de una buena calidad de vida. Para conseguir este objetivo los expertos recomiendan una serie de pautas:
– Mantener unos hábitos saludables relacionados con la nutrición y el ejercicio físico.
– Ocupar el tiempo libre con alguna afición o proyecto.
– Evitar el aislamiento social.
– Incentivar las actividades creativas y cualquier forma de aprendizaje.
La experiencia de los mayores no debería desaprovecharse
Si bien una persona de 80 años no puede competir en igualdad de condiciones con una persona de 30, no hay que olvidar que tiene algo a su favor: la sabiduría que otorgan los años. Su experiencia personal y profesional puede orientarse a todo tipo de actividades. Por este motivo muchas personas mayores ocupan su tiempo como voluntarios en distintas asociaciones o entidades.
Su jubilación profesional no debe interpretarse como un retiro definitivo.