El fútbol es sin lugar a duda la pasión nacional de Argentina, deportivamente hablando.
Los argentinos se jactan de haber tenido y tener el mejor jugador del mundo: Diego Maradona y Lionel Messi, respectivamente, y también de ser uno de los países que más talento le exporta al fútbol mundial.
Sin embargo, a esos honores futbolísticos hay que sumarle una contracara para nada honrosa y que ciertamente avergüenza: la violencia del fútbol argentino encarnada por las barras bravas que llevan décadas enquistadas en los clubes gozando de un poder asombroso que creció exponencialmente en los últimos años amparado en gran parte por la dirigencia y los jugadores
En muchos de esos casos es el temor a la represalia violenta que estos son capaces de prodigar lo que mueve dicho apoyo.
Por otra parte, está movilizado por los millonarios negocios que mueven los barras alrededor de los clubes por los que “hinchan” y que en la mayoría de los casos son ilegales: drogas, reventa de entradas, control de ingreso al estadio, venta de ropa, la explotación informal de estacionamientos lindantes a la cancha, entre otros
A estos suculentos ingresos se le suma el aporte negro de la política y del sindicalismo que utilizan a los barras como fuerzas de choque en algunas manifestaciones.
La 12, tal como se bautizó en la década del setenta a la famosa hinchada de Boca Juniors, ha tenido a lo largo de su historia varios jefes, que en muchos casos como el que nos ocupa, han llegado a ser tan célebres como los jugadores más idolatrados
Di Zeo llegó a la 12 de la mano de otro barra brava famoso que lo precedió: José Barrita, alias el abuelo.
Junto a su hermano fue la mano derecha del abuelo hasta su muerte, manejando la mayor parte de los negocios, incluso los diversificó y multiplicó las ganancias
Cuando en la década del noventa quedó a cargo del poder lejos de descansar y disfrutarlo debió lidiar con la competencia de otros barras que le empezaron a disputar el poder de la popular más famosa de la Argentina.
Gran parte de esas disputas internas de la 12 se dirimieron con violencia extrema, brutales ataques cuerpo a cuerpo y uso de armas de fuego que terminaron con muertos
Por estos delitos y otros tantos que protagonizó con otras hinchadas rivales estuvo detenido y se le dictó el derecho de admisión que le prohibió directamente el ingreso a la cancha de Boca.
Pero contrariamente a lo esperado esto no recortó del todo su poder y aún hoy sigue manteniendo una influencia notable.
En 2007 una investigación periodística descubrió que su mano derecha era dueño de una casa valuada en 300 mil dólares, una compra que no podía justificar de ningún modo ya que no disponía de ingresos suficientes.
Se presume que esa compra tuvo el objetivo de blanquear dinero obtenido por la vía ilegal y a través de los diferentes negocios que montó alrededor de la 12.