Si alguien afirma lo siguiente: » no me gusta retrasar mis obligaciones «, resulta fácil entender lo que quiere decir. En cambio, si dice » no me gusta postergar mis obligaciones » es probable que algunas personas no le entiendan. Esto se debe a que postergación es un cultismo y su uso es infrecuente.
Postergación es equivalente a procrastinación o también posposición y significa retrasar o aplazar algo. Es una estrategia muy habitual. Ciertas tareas nos provocan pereza, nos resultan incómodas y tendemos a dejarlas para un futuro. Es un comportamiento muy frecuente. Sin embargo, si esta tendencia se aplica como norma general y se convierte en un hábito puede llegar a ser un trastorno de la personalidad. Hay individuos que no asumen sus compromisos e intentan eludirlos ( ya lo haré otro día, tengo que hacer esto pero hoy no o voy a arreglar esta situación aunque más adelante ). Esta actitud es peligrosa si se lleva al extremo porque tiene un elemento de autoengaño, ya que sabemos qué hay que hacer y vamos retrasándolo, como si de esta forma estuviéramos evitando una incomodidad. Las causas que provocan esta conducta pueden ser varias: ansiedad, depresión y otros motivos. Los psicólogos intentan modificar estas conductas mediante estrategias correctoras.
En el lenguaje popular hay refranes que mencionan los peligros de la postergación, siendo el más conocido el célebre no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
En su versión más común, la postergación ocurre con aquellos proyectos que no nos decidimos a poner en marcha: estudiar inglés, adelgazar, ordenar los papeles o hacer ejercicio.
La postergación puede obedecer a razones muy justificadas y ser absolutamente sensata. Al tomar decisiones difíciles necesitamos disponer de pruebas y datos, por lo que aplazamos la decisión final hasta el momento en que conocemos toda la información pertinente.
Hay otro sentido del término. Cuando alguien es arrinconado, apartado o colocado en un segundo plano porque ha sido degradado o castigado por algún motivo. La postergación en esta acepción es bastante habitual en las relaciones laborales, donde a veces de manera injusta alguien pasa a realizar tareas de una categoría inferior a la que le corresponde según su rango o capacidad.