Usado por lo general en charlas informales o entre amigos o conocidos, el término ‘pollerudo’ se usa peyorativamente para designar a hombres que se dejan manejar por mujeres, que no tienen carácter y que no pueden imponerse. De este modo, se convierte en una forma muy común de machismo porque supone, además de una tipificación estereotipada de las relaciones, una idea sobre el vínculo entre hombre y mujer en el cual siempre el primero se tiene que imponer y tomar decisiones.
La explicación al término ‘pollerudo’: varias acepciones
Si bien la explicación más corriente y popular de qué quiere decir el término ‘pollerudo’ lo relaciona con la idea de la pollera, prenda por exclusividad femenina, y el significado tiene que ver con el hecho de que un hombre se deja manejar por seguir a las polleras, hay otra acepción que señala que pollerudo es el nombre con el que se designa a los curas párrocos católicos que visten largas túnicas o sotanas y que, para el común de la vestimenta masculina, no está completa con pantalones. Cualquiera de las dos acepciones construyen el vocablo desde un lugar de despectivo y denigratorio a quien se lo aplique.
¿En qué contexto se es pollerudo?
Tal como vemos, la palabra pollerudo no tiene forma femenina, lo cual quiere decir que la palabra se usa para designar a hombres con determinadas características.
Para entender mejor, el concepto de pollerudo se usa por lo general en charlas y conversaciones informales en las cuales hay una alta presencia de machismo y actitudes todavía retrógradas que implican una permanente necesidad de demostrar cierta superioridad. Para aquellos o aquellas que usan el término, no existe la posibilidad de entender a un hombre que se deja pisotear y mucho menos por una mujer. El pollerudo es para quienes usan el término un hombre que se tiene que hacer valer y que no tiene carácter, característica elemental de cualquier hombre.
Rompiendo con el mito del ‘pollerudo’
En plena discusión sobre la cuestión de género, la existencia de formas que denigran al hombre y le exigen ser macho o cumplimentar con determinados roles sociales también contribuye a la violencia y a la división de la sociedad en dos géneros: el hombre duro, capaz de todo y sin capacidad de sentir y la mujer débil, frágil y desquiciada.
Estas situaciones deben ser eliminadas de nuestras dinámicas sociales y términos como el que hoy trabajamos también deberían ser evitados.