La polinización es el proceso mediante el cual los gametofitos masculinos (granos de polen) de las plantas con semillas son transferidos a la parte femenina de plantas de la misma especie. Si bien la polinización no garantiza la fecundación, constituye un paso previo necesario. Por esta razón, se puede decir que la polinización es un paso clave en la reproducción sexual de las plantas con semillas.
Tipos de polinización: directa y cruzada
De acuerdo a la procedencia de los gametofitos que se encuentran, se puede distinguir entre dos tipos de polinización:
– Autopolinización/Directa: Se produce cuando los gametofitos masculinos y femeninos que entran en contacto se encuentran en la misma planta.
– Polinización cruzada: A diferencia del caso anterior, se produce cuando los gametofitos masculinos y femeninos que entran en contacto pertenecen a dos plantas distintas, de la misma especie.
La mayoría de las plantas con semillas sin flor (gimnospermas), por ejemplo, presentan autopolinización, ya que contienen tanto gametofitos femeninos como masculinos en conos diferentes de un mismo árbol o planta. Lo mismo ocurre en la mayoría de las plantas con flor (angiospermas), que presentan los dos tipos de gametofito en la misma flor, o bien en flores diferentes de la misma planta.
Algunas especies tienen flores masculinas o flores femeninas, pero no ambas en una misma planta. En este caso, la única opción posible es la polinización cruzada.
La polinización también puede clasificarse en cinco tipos de acuerdo a la clase de agente polinizador implicado en el proceso (ver siguiente sección).
Agentes polinizadores
Los granos de polen no tienen la capacidad de moverse por sí mismos. Por este motivo, para que puedan entrar en contacto con los gametofitos femeninos, necesitan la ayuda de los agentes polinizadores. Estos se encargan de trasportar el polen de planta a planta, lo cual permite que se produzca la polinización cruzada.
Tal es el caso de los insectos que transportan los granos de polen en sus cuerpos, y vuelan o caminan hacia otras plantas, en donde se depositan. Cuando la polinización se lleva a cabo a través de insectos, se denomina entomófila.
Algunos ejemplos de insectos polinizadores son las abejas, hormigas, avispas, abejorros, moscas, escarabajos, polillas y mariposas. Entre ellos, las abejas son de los polinizadores más importantes, ya que viajan de flor a flor recolectando néctar para trasportarlo a su colmena. En este proceso, parte del polen de la flor se adhiere en los pelos de sus patas y se transporta en su camino hacia otras flores.
La polinización también puede producirse gracias a las aves, como el colibrí, por ejemplo. En este caso, se denomina polinización ornitófila.
Si los polinizadores son otro tipo de animales, se la suele llamar zoófila. Tal es caso del polen transportado en los pelos de algunos mamíferos, por ejemplo.
El viento también es un agente polinizador, ya que es capaz de trasladar el polen desde una flor a otra, o provocar que el polen llegue desde la antera hasta el estigma de una misma flor (ver más adelante). En este caso, la polinización se denomina anemófila.
Por último, cuando el polen flota en el agua y es transportado hacia otra planta, la polinización se denomina hidrófila. Este no es un mecanismo muy común, pero puede suceder en el caso de especies de plantas que han presentado adaptaciones para que sea posible.
Los granos de polen
Los granos de polen son los gametofitos masculinos, es decir, las células reproductoras masculinas. Poseen una estructura externa protectora, que suele ser muy dura y resistente. Esto permite que sobrevivan intactos al transporte que en algunos casos deben atravesar cuando se produce la polinización cruzada.
En las plantas con flor (angiospermas), antes de ser liberados, los granos de polen se forman y ubican dentro de la antera, una estructura que se encuentra suspendida dentro de la flor, sostenida por un filamento. La antera y el filamento, en conjunto, forman el estambre. Cada flor suele contener varios estambres, que constituyen el androceo, es decir, el órgano masculino de la flor.
Al madurar, los granos de polen son liberados de la antera a través de poros.
El óvulo
Los óvulos contienen a los gametofitos femeninos. En general, el gametofito femenino se compone de un saco embrionario y siete células con ocho núcleos haploides. Una de estas siete células es la ovocélula, que contiene un solo núcleo y al ser fecundada por un núcleo espermático del grano de polen formará un embrión diploide.
En las plantas con flor, los óvulos se encuentran ubicados dentro del carpelo. Cada flor suele contener uno o varios carpelos, que pueden estar fusionados o no. En conjunto, los carpelos forman el gineceo, u órgano reproductor femenino.
Un gineceo típico se encuentra formado por un estigma, un estilo, un ovario, y uno o más óvulos.
El estigma es la apertura en donde se apoyan los granos de polen durante la polinización. El estilo es una estructura con forma de tubo que conecta al estigma con el ovario, y es por donde se despliegan los tubos polínicos tras la polinización. Dependiendo de la especie, puede haber uno o varios estigmas y estilos en una misma flor.
Por último, el ovario es una base dilatada que contiene a uno o varios óvulos, y es en donde se produce la fecundación.
Importancia de la polinización
Gracias a la polinización, los óvulos de las platas con flores tienen la posibilidad de ser fecundados. Si la fecundación llega a producirse tras la polinización, se desencadena una serie de procesos que concluyen en la transformación de los óvulos en semillas, mientras que el ovario que los contiene se convierte en fruto.
Gracias al proceso posterior de la dispersión de las semillas, que puede llevarse a cabo por diferentes mecanismos como el viento, transporte en el interior o exterior de animales, etc., la planta es capaz de reproducirse de forma sexual, formando nuevos individuos que crecerán en áreas cercanas o lejanas a la planta madre, y que contienen información genética diferente.