> La idea de plenitud expresa la condición de que algo ha sido llenado o contabilizado en su totalidad. Es un término que proviene del latín y significa completo o lleno, por lo que tiene un sentido cuantitativo. Lo contrario sería la escasez o el vacío.
Existe otra acepción de esta palabra y es la más común en nuestro idioma, la plenitud entendida como el momento de mayor apogeo o esplendor de algo o de alguien. Así, al hablar sobre un profesional se dice que se encuentra en la plenitud de su carrera cuando está en un momento óptimo, es decir, con la adecuada experiencia y en las mejores circunstancias posibles. El concepto de decadencia actuaría como idea opuesta, de tal forma que un individuo se encuentra en decadencia o declive cuando queda lejos su etapa de plenitud.
La situación de plenitud en relación con algún aspecto individual se entiende como idónea y perfecta y, por lo tanto, no puede ser mejorada. Si aplicamos este criterio a los seres humanos, se considera normalmente que alcanzamos la plenitud hacia la mitad de la vida, cuando tenemos la suficiente experiencia, la salud todavía acompaña y hay una madurez intelectual para valorar las cosas adecuadamente.
La idea de plenitud también expresa otro matiz, en este caso de tipo anímico o espiritual. Así, vivir con plenitud algo significa que se tiene una vivencia muy intensa y profunda. Con cierta frecuencia vivir con plenitud se aplica a la valoración de la vida de un individuo de una manera general, por lo que sería equivalente a una existencia intensa, satisfactoria y gratificante.
Perspectiva religiosa
La plenitud como sensación interior puede tener varias vertientes y una de ellas es la de tipo religioso. Hay personas que de una manera profunda tienen unas creencias religiosas muy arraigadas en su espíritu, de tal forma que sienten la presencia de Dios en su alma, lo cual afecta a su realidad en todos los ámbitos. Este tipo de vivencia es precisamente la plenitud religiosa, que es muy distinta a la de tipo profesional, deportiva o de cualquier otra esfera.
Desde la perspectiva cristiana, el hombre alcanza la plenitud cuando su espíritu se encuentra lleno de amor hacia Dios y hacia los demás. Y el deber de todo cristiano es conseguir vivir de una manera plena.
Otro ejemplo de este sentimiento sería el nirvana del budismo zen, una experiencia de paz y armonía absoluta y, en consecuencia, de una auténtica satisfacción personal.
Todas las religiones tienen algunos elementos en común y uno de ellos es, precisamente, el anhelo por conseguir una existencia en conexión con Dios o con la auténtica espiritualidad, es decir, una vida con plenitud.