Una de las maneras de construir un ideario propio, único y permanentemente en crecimiento es a través del desarrollo del pensamiento crítico. Es ineludible pensar de manera crítica determinados fenómenos de la sociedad que nos rodean en nuestra vida cotidiana y que deben ser observados desde otro lugar, tal vez no tal superficial o lineal como suele hacerse en muchas ocasiones.
¿Es esta una forma mejor de pensar?
No podríamos decir que el pensamiento crítico es una manera mejor de pensar. Partamos del hecho de que ‘crítico’ hace referencia a una forma de razonar que cuestiona y genera planteos sobre diferentes elementos y fenómenos de todo tipo.
El razonamiento que es crítico busca desentramar y permitirse dudar de ciertas informaciones que se establecen como verdades absolutas y que se construyen como estructuras inamovibles de una sociedad. Un ejemplo de esto es cuando desde el pensamiento crítico se cuestiona el rol de la mujer en sociedades patriarcales y se pone en debate otra forma posible de vida, o cuando se critica al gobierno o a los poderes económicos con tal de alcanzar tipos de Estado mejores y más perfectos.
Cuando la queja no es suficiente
Es importante señalar aquí que cuando hacemos referencia al pensamiento crítico no estamos hablando de la crítica en sí misma entendida como queja. Muy por el contrario, este tipo de razonamiento busca desarrollar habilidades que permitan poner en duda, cuestionar, replantear determinadas cosas. Esto puede perfectamente surgir de una queja, un disgusto o un desacuerdo, pero no puede nunca quedarse allí porque la queja no busca cambiar aquella que es molesto sino que es una simple forma de expresar el malestar.
Ser crítico de tales hechos o fenómenos debería permitirnos identificar en la queja la necesidad de cambiar aquello que no nos satisface o al menos abrir el debate para ponerlo en duda. En los últimos años, por ejemplo, se ha puesto en duda el lugar de los medios de comunicación en la sociedad y el pensamiento crítico busca desentramar todas las apariencias y supuestas verdades que hasta hace poco no eran cuestionadas.
Una forma de pensar poco común para la educación
Si tenemos en cuenta que la educación hoy en día sigue atada en la mayoría de los casos a la dinámica unidireccional en la que sólo el docente o profesor es quien posee el conocimiento y el alumno quien siempre carece de ese conocimiento, es poco común que en instituciones educativas se incite al desarrollo de este tipo de pensamiento que ponga en duda el poder que el docente posee y que se estimule la búsqueda de una verdad personal, generada a partir de las experiencias particulares de cada uno.
Esta perspectiva aparece poco y nada en la educación y depende principalmente de la decisión de un docente, que de la necesidad de la institución en generarlo.
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