Al terminar la Primera Guerra Mundial, los precios de las materias primas descendieron producto de la baja demanda. Así, la Argentina basada en el modelo agroexportador, sufrió una grave crisis económica. Uno de los más afectados fue el sector lanero patagónico. Los estancieros de la Patagonia, afectados económicamente, redujeron los costos en detrimento de los trabajadores rurales, quienes debían trabajar entre 12 y 16 horas diarias por bajos salarios y en difíciles condiciones. A raíz de ello, y producto de otras cuestiones coyunturales, los trabajadores de la provincia de Santa Cruz decretaron la huelga general en 1921 y 1922.
La repuesta fue el fusilamiento de entre 300 y 1500 huelguistas. Este suceso, conocido como Patagonia rebelde, fue el segundo hecho (luego de la Semana Trágica) de represión grave a los trabajadores durante el gobierno de Yrigoyen.
Causas
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el precio de la lana dejó de ser competitivo para la Argentina, ya que su valor bajó a niveles similares a los tiempos de paz. Consecuentemente, se asistió a una crisis económica que afectó fundamentalmente a estancieros y comerciantes de la Patagonia, región especializada en la producción de dicha materia prima.
No obstante, los principales afectados fueron los trabajadores rurales, quienes tuvieron que pagar la crisis trabajando en pésimas condiciones: jornadas laborales de entre 12 y 16 horas diarias, descanso únicamente en el día domingo, y salarios bajos (que a menudo se pagaban en bonos o en moneda chilena, lo cual reducía su valor al momento del intercambio).
A las terribles condiciones laborales, se sumó el allanamiento al local de la Sociedad Obrera de Río Gallegos en septiembre de 1920 tras el pedido de realizar un acto en honor del pedagogo anarquista Francisco Ferrer.
Los trabajadores respondieron con un paro de 48 horas y con la creación de un pliego de reivindicaciones en que se exigía mejores condiciones laborales a la Sociedad Rural. Entre las principales demandas se encontraban: aumento del salario, mejoramiento en las raciones de alimentos, descanso los días sábados, entrega mensual de un paquete de velas por obrero, y reconocimiento de la Sociedad Obrera como representante de los trabajadores, entre otras.
La Sociedad Rural, sin embargo, rechazó el documento y no acató ninguno de los pedidos. De esta forma, los trabajadores rurales declararon la huelga general en toda la provincia de Santa Cruz.
Huelgas de los trabajadores rurales
La huelga general comenzó el primero de noviembre de 1920. Otras medidas de fuerza fueron la toma de rehenes a estancieros y policías, la incautación de armas y alimentos, y la movilización de los huelguistas por toda la provincia para lograr adhesiones al levantamiento.
Para fines de enero, el Ejecutivo nacional reemplazó al gobernador Edelmiro Correa Falcón, Secretario Gerente de la Sociedad Rural de Santa Cruz, por Ángel Ignacio Yza, un militar radical de postura más conciliadora. Paralelamente, también se envió al ejército al mando del coronel Varela. Sin embargo, el gobernador acordó no recurrir a la represión por lo que las tropas regresaron a Buenos Aires.
A su vez, el gobernador Yza se reunió con los trabajadores y con la Sociedad Rural para saldar el conflicto y logró un acuerdo: los trabajadores aceptaron el convenio propuesto por la Sociedad Rural (que garantizaba ciertas mejoras laborales), depusieron las armas y levantaron la huelga general. Sin embargo, la patronal rápidamente incumplió el acuerdo y reprimió a los trabajadores implicados en la huelga. Asimismo, tanto la policía como las fuerzas de la Liga Patriótica (grupo parapolicial formado durante la Semana Trágica), colaboraron con la represión, enfrentándose también a los radicales agrupados bajo la figura de Yza.
Paralelamente, los sectores obreros se dividieron entre anarquistas y sindicalistas, causando debilitamiento del movimiento y el rompimiento del gobernador Yza con la Sociedad Obrera.
En este contexto de fragmentaciones y debilidad, la Sociedad Rural utilizó sus influencias para difundir la idea de un peligro anarquista en los principales periódicos porteños. También se realizó un llamado a la acción, argumentando que el gobierno chileno estaría intentando apoderarse de Santa Cruz. Además, a fines de octubre se allanaron y clausuran locales de la Federación Obrera, y se arrestaron, torturaron y deportaron a los dirigentes.
En reclamo por la situación de los presos políticos es que se decretó una segunda huelga general, impulsándose también la toma de estancias. Si bien la policía actuó mediante la represión, la huelga siguió su curso y los trabajadores se organizaron en columnas para hacer frente a la misma.
Represión estatal que termina en un acto de fusilamiento
Ante esta situación, el presidente Yrigoyen, de tendencia ambivalente ante el conflicto laboral, decidió el envío de tropas al mando del coronel Varela. El ejército llegó a Río Gallegos el 10 de noviembre de 1921.
Argumentando que los huelguistas estaban atacando al gobierno nacional, amenazando el orden y violando la Constitución, Varela impuso la pena de fusilamiento contra los huelguistas. Aún no hay consenso respecto de si esas fueron las directivas del gobierno de Yrigoyen o si el coronel actuó por voluntad propia.
Si bien los trabajadores rurales ofrecieron resistencia por varios meses, se vieron rendidos ante la crueldad de Varela quien finalizó su campaña el 10 de enero de 1922. El número de asesinados se estima de entre 300 y 1500 huelguistas. Actualmente, se entiende que el fracaso de los trabajadores estaba sellado por la oposición de los sectores dirigentes y las divisiones al interior del movimiento obrero.