Como ya sabemos, el hombre, desde una edad muy temprana de la humanidad estuvo preocupado y ocupado por conseguir la posibilidad que los seres humanos volasen, en tanto, el ingeniero de origen alemán Otto Lilienthal fue uno de los que más trabajó en este aspecto cuando corría la segunda mitad del siglo XIX.
El deseo de volar cual ave surgió en este destacado personaje cuando era nada más que un niño y haría tanta mella en él que cuando creciese se ocuparía especialmente de avanzar en la consecución de ese deseo.
Otto Lilienthal nació en la ciudad alemana de Anklam, un 23 de mayo del año 1848, en tanto, sería su profesor Gustav Spörer, un astrónomo de fama por aquella época, quien le despertaría el bichito del vuelo y le enseñaría las condiciones básicas de esta cuestión.
Para el año 1864, ya convencido de querer crear un aparato que le permitiese volar, se inscribe en la Escuela Técnica de Potsdam.
Pero claro, para avanzar en el tema necesitó realizar diversas y tantísimas investigaciones, entre las que se destacaron su análisis del vuelo de los pájaros, más precisamente de las cigüeñas.
Cabe destacarse que muchas de sus conclusiones han sido vertidas por él mismo en obras, siendo una de las más importantes en este aspecto El vuelo de los pájaros como base de la aviación, las cuales, años después serían de gran ayuda para la construcción de los primeros aviones, por ejemplo, los Wright se han basado en ellas.
Pero no solo de investigaciones vivió Lilienthal, sino que también fue el inventor de un motor que funcionaba en calderas tubulares.
Esto le facilitó la creación de una empresa de estos aparatos y de máquinas de vapor y al mismo tiempo que se dedicaba a esto seguía con sus experimentaciones en vuelo.
Su hermano Gustav fue un gran compañero en este sentido, ya que lo acompañó en miles de vuelos de planeadores de su creación, pasando por el diseño de monoplanos, biplanos, con alas en tándem, con alas plegables, entre otros.
La pasión de Otto era tal que ni siquiera lo amedrentaron los sucesivos accidentes que padeció como consecuencia de caídas durante sus experimentaciones.
En agosto del año 1896 sufriría un muy grave accidente que finalmente le costaría la vida, cuando tras caer desde 17 metros de alto se rompe la columna vertebral.
La caída fue tan dura que al día siguiente de caer falleció en un hospital de la ciudad alemana de Berlín.
Tenía casi cincuenta años cuando murió.