El oro es un metal de color amarillo intenso que ha servido durante mucho tiempo como una forma de representar valor en distintas civilizaciones, característica que todavía está vigente. Su nombre deriva de “aurum”, aurora. Se caracteriza por su alta resistencia a la corrosión y por su blandura, circunstancia que se expresa en su maleabilidad. Se encuentra puro en la naturaleza, hecho que da cuenta de un número constante en el planeta (es imposible producirlo). Durante mucho tiempo se utilizó como patrón de referencia para el sistema financiero, siendo en esos momentos cada unidad de divisa pasible de ser convertible en una cantidad determinada del metal precioso.
En los comienzos de la historia humana, el hombre intercambiaba sus productos mediante el mecanismo del trueque. Con el paso del tiempo comprendió que utilizar un circulante que le permitiese servir como medio de cambio podía tener un importante impacto en la eficiencia del mercado. Es así como comienza a emplear distintos elementos con este fin, como por ejemplo sal, plumas, alimentos, etc. Pronto se comenzaron a emplearse también metales; de estos, el oro y la plata destacaron por su importante capacidad de resistencia a la corrosión. Además, como hemos señalado, el oro es de gran maleabilidad, circunstancia que implica facilidad para su trabajo, como por ejemplo acuñar monedas.
Una de las aplicaciones más común para el oro en la actualidad es la que tiene que ver con la electrónica. Esta circunstancia se debe en buena medida a la gran capacidad de conducción eléctrica que tiene el susodicho metal. Esta situación hizo que surgieran algunos emprendimientos consistentes en intentar reciclar basura electrónica, intentando hacerse de las cantidades de oro que se encuentra en estos artefactos en desuso. No obstante, el proceso es costoso y solo con gran eficiencia podría ser rentable, a pesar de la enorme cantidad de esta materia en los dispositivos electrónicos desechados.
En la actualidad, el patrón oro ha sido dejado de lado, las divisas tienen un valor independiente del susodicho metal. No obstante, el mismo todavía suele utilizarse como reserva de valor, especialmente cuando existe inflación y bajas tasas de interés; por ejemplo, los bancos centrales suelen tener una fracción de sus reservas en este metal. Luego de la crisis del año 2008, el precio del oro se revitalizó como consecuencia de una abundancia de liquidez en el mundo. Es difícil predecir el futuro, pero lo cierto es que seguramente el metal seguirá siendo considerado una apuesta segura en tiempos de incertidumbre.