Conocido como Operación Cóndor, se trató de una organización estratégica de alcance internacional que se formalizó el 25 de noviembre de 1975.
En las décadas del 60 y 70, los países de América del Sur compartieron la experiencia de dictaduras que, inmersas en un contexto de Guerra Fría, buscaban terminar con el peligro del comunismo e instaurar el neoliberalismo en la región. Para lograrlo, los dictadores ejercieron mecanismos represivos, a la vez que implementaron el terrorismo de Estado. A ello se sumó la elaboración de un plan de cooperación mutua entre la red de dictaduras sudamericanas.
Mediante la Operación Cóndor se intercambiaba información, personas, técnicas y materiales con el objetivo de destruir a la “subversión”. Así, implicó una homogeneización de las prácticas represivas de forma coordinada que facilitó la persecución. Con el descubrimiento de este plan en 1992, quedó en evidencia que la tortura y la desaparición forzada de personas fueron acciones planificadas.
Objetivos en el contexto histórico
Para la década del 60, el mundo continuaba atravesando la Guerra Fría por la que se enfrentaban dos posturas radicalmente opuestas: el capitalismo y el comunismo. Asimismo, el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 constituyó un punto clave para el desarrollo histórico latinoamericano, ya que, a partir de la misma, proliferaron diversos movimientos que defendían la idea de una revolución socialista.
Consecuentemente, esta situación provocó la reacción tanto de los sectores conservadores sudamericanos como de Estados Unidos, potencia que miró con recelo la idea de expansión del comunismo en el territorio. Así, producto de una tensión interna y con el apoyo estadounidense, en los años 60 y 70 se desarrollaron en Sudamérica diversas dictaduras militares: Brasil, Bolivia, Uruguay, Chile, Argentina y Paraguay experimentaron golpes de Estado que pusieron fin a la democracia e instauraron la Doctrina de Seguridad Nacional.
Estos países, fronterizos entre sí, compartían una misma ideología anticomunista y el argumento de que era necesario terminar con el “enemigo interno”. El punto es que los perseguidos políticos de cada uno de estos países en dictadura, se iban exiliando en sus países limítrofes. De esta forma, los militares, en principio restringidos a sus países en lo que refería a la actuación sobre los “subversivos”, empezaron a pensar en la necesidad de ampliar la persecución hacia quienes habían abandonado el territorio.
Para los países que recibían a los exiliados también sería necesario terminar con los “subversivos” extranjeros que operaban en su territorio. Así fue que comenzó a aplicarse la Operación Cóndor en Sudamérica. Cabe destacar que para los años 70 la lucha armada se encontraba prácticamente desarmada en todo el Cono Sur por lo que la idea del enemigo interno fue más una construcción paranoica de la realidad formulada por la Doctrina de Seguridad Nacional.
Resumen de la Operación Cóndor
El 25 de noviembre de 1975, los jefes de inteligencia de los países con dictaduras del Cono Sur se reunieron en Santiago de Chile invitados por Manuel Contreras, jefe de la DINA. Esa es la fecha fundacional de la Operación Cóndor, aunque se han visto acciones que podrían enmarcarse dentro del plan con anterioridad.
Dicha Operación consistía en un plan sistematizado de represión y aplicación del terrorismo de Estado de alcance internacional que involucró a Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. Asimismo, aunque no estuvieran en dictadura, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela brindaron ayuda e información a los jefes de los servicios. Es decir que prácticamente toda América del Sur estaba unida por una red de persecución a los llamados “subversivos”.
Este plan, que implicaba operaciones de inteligencia y asesinatos en los distintos países, contó con un fuerte respaldo de Estados Unidos que no solo brindó herramientas materiales para ejercer la represión, como la venta de armas o la cesión de equipos de tortura, sino que también favoreció la formación intelectual de los represores. La acción de la CIA fue fundamental para que el operativo se llevara a cabo ya que fue la que lo planificó con la idea de terminar con el comunismo e instaurar el neoliberalismo en Sudamérica. Además de brindar la planificación, la inteligencia y las herramientas, Estados Unidos también aportó asistencia financiera.
Este plan fue finalmente descubierto en los “Archivos del Terror” encontrados en Paraguay en 1992 por el juez José Fernández. En los mismos se detallan los secuestros, torturas y asesinatos ejecutados por los servicios de los países de forma coordinada. Así, quedó en evidencia que hubo una planificación que implicó la coordinación sudamericana de las detenciones, los métodos de tortura, los traslados entre países, el secuestro y apropiación de bebes, y la desaparición de personas.
Si bien no hay una fecha exacta de finalización del Plan Cóndor, podemos inferir que fue a principios de los 80 ya que para ese momento comenzaron a desaparecer las prácticas y las menciones a la Operación Cóndor en la documentación. Aunque es difícil de precisar, se estima que el saldo fue de alrededor de 50.000 asesinatos, más de 30.000 desapariciones, y cerca de 400.000 detenciones orquestadas por Cóndor.