A lo largo de la historia de la humanidad ciertos objetos han sido empleados por sus supuestos poderes protectores y son conocidos como amuletos o talismanes. El llamado ojo griego es uno de ellos y recibe esta denominación en Grecia. En países como Turquía el mismo objeto recibe otro nombre, ojo turco o munçuk, y en algunos países de Oriente se le llama nazar.
Características y propiedades del ojo griego
En este símbolo aparece una imagen en forma de gota de agua y en su interior hay un punto azul oscuro que representa un ojo. Este amuleto se presenta normalmente como una joya de cristal que sirve como un colgante ornamental. Su principal función como amuleto es proteger a quien lo lleva contra el mal de ojo. Sus tonalidades azules características son atribuidas al color de los mares.
Asimismo, este amuleto está asociado con la abundancia y la prosperidad. La presencia del ojo tiene igualmente una explicación: los malos deseos como la envidia se manifiestan en la visión humana.
Quienes creen en sus propiedades protectoras consideran que el ojo griego también es útil para atraer la buena fortuna y combatir el sentimiento de envidia. En la tradición esotérica, este objeto está asociado con el Sol. Como otros objetos esotéricos, el ojo griego ayuda a eliminar las energías negativas.
El origen como símbolo protector debe entenderse en el contexto de la superstición del mal de ojo
Existen datos y pruebas arqueológicas según las cuales el mal de ojo proviene de la antigua Mesopotamia o bien del antiguo Egipto. En los diferentes testimonios se sugiere que ciertas personas realizaban maleficios contra alguien a través de su mirada. Cuando esto se producía, la víctima «ojeada» padecía una serie de males, tanto en enfermedades como situaciones desafortunadas.
La creencia milenaria en el mal de ojo se mantiene en la actualidad como una tradición popular muy arraigada. El ojo griego no es el único objeto que combate dicho mal, pues también puede ser útil el ojo de Horus, objetos de hierro y plata y todo tipo de talismanes.
El mal de ojo es, por otra parte, una creencia muy extendida en el judaísmo. En la tradición judaica no se trata de una superstición en sentido estricto, sino que tiene relación con el sentimiento de envidia.
Cuando alguien cree que no es justo que otra persona posea ciertos bienes y lujos, esta idea se trasforma de alguna manera en un deseo maligno. Hay que recordar que en la Torá se habla expresamente sobre el mal de ojo y la palabra malaj es el término utilizado para referirse a él.