Biografía de Nicolás I de Rusia

Nació en la ciudad rusa de Gátchina, perteneciente al óblast de Leningrado.

Su padre fue Pablo I y su madre Sofía Dorotea de Wurtemberg, denominada tras su conversión a la religión rusa como María Fiódorovna. Sofía fue la segunda esposa del zar Pablo I y era hija del Duque Federico II.

Su abuela fue nada más y nada menos que Catalina, la grande, la emperatriz rusa más emblemática de la historia.

Cabe destacarse que, el vínculo entre su abuela y su padre fue siempre de máxima tensión, ya que lo consideraba un hijo no deseado, fruto de su matrimonio con Pedro III a quien ciertamente detestaba.

Tuvo desde temprana edad un fuerte interés por la milicia: sus juguetes preferidos fueron armas de madera.

Su educación fue eminentemente militar y estuvo a cargo de un General Ruso.

Lideró las tropas de zapadores del ejército imperial ruso y fue un comandante severo con sus subordinados porque consideraba que estaban influidos por el espíritu revolucionario que impregnaba la época.

Los zapadores fue el nombre que recibieron los soldados dedicados a la construcción de puentes y otras infraestructuras, en épocas de guerra, para facilitarles el movimiento a los ejércitos propios y aliados, y para complicar el avance de los enemigos.

Se casó con la princesa Federica Luisa Carlota Guillermina, hija del rey de Prusia Guillermo III. Federica se convirtió a la fe cristiana ortodoxa y pasó a llamarse Alejandra.

La pareja tuvo cuatro hijas y tres hijas, entre ellos, el sucesor al trono Alejandro, a quien se ocupó de educar con severidad.

Tras el enlace, su hermano, el Zar Alejandro I, les obsequió la residencia: el Palacio de Ánichkov, en San Petersburgo, donde tomaron la costumbre de celebrar bailes en los períodos de otoño e invierno, uso que continuó hasta 1914.

Asumió el trono imperial, una vez fallecido su hermano el Zar, y porque su otro hermano, Constantino, perdió el derecho al trono luego de casarse con una mujer ajena a la nobleza.

De todos modos, la decisión que el sucesor fuese Nicolás ya había sido documentada por su hermano Alejandro antes de fallecer.

Hubo una insurrección de las tropas revolucionarias contra la asunción de Nicolás, en la Plaza del Senado de San Petersburgo. Juraron lealtad a Constantino.

Si bien tuvo la voluntad de dialogar con los rebeldes, no hubo caso, y Nicolás terminó ordenando el ataque contra los insurrectos.

El nuevo zar asumió en persona el juicio contra los jefes de la rebelión y la sentencia dictaminó el ahorcamiento de cinco de los cabecillas, más el destierro a Siberia de decenas de civiles, militares y nobles para que cumpliesen trabajos forzosos.

Una vez en el mando, ordenó la legislación y centralizó la administración.

Publicó en 45 volúmenes las leyes del Imperio.

Fundó la policía secreta para investigar las conspiraciones.

Fue un gobernante dominado constantemente por el temor a las conspiraciones y conjuras en su contra.

Razones no le faltaron, ya que su padre fue asesinado cruelmente, (estrangulado con una bufanda o por un golpe en la sien) y llegó a conspirar contra él y sus hermanos a quienes quiso encerrarlos en conventos, o recluirlos en fortalezas, para evitar que se interpongan en su camino.

Determinó la censura de publicaciones contra su figura y el gobierno.

Uno de los casos más emblemáticos fue el del poeta ruso Alexandr Pushkin, de quien él mismo se encargó de seguirlo y censurarlo.

Mantuvo el régimen de servidumbre, pero mejoró el trato hacia los campesinos, prohibiendo a los terratenientes que los destierren.

Creció la industria nacional por las medidas económicas proteccionistas que impulsó. En obra pública destacó la construcción de ferrocarriles.

Ahora bien, durante su reinado, Rusia, permaneció aislada del resto del mundo. No permitió la penetración liberal y el sistema económico se mantuvo en el mismo eje conocido: servidumbre, privilegios y monopolios a favor de la nobleza.

Combatió a los independentistas polacos.

No toleró las rebeliones contra el Imperio.

Envió a su ejército a detener una rebelión en Hungría.

Comenzó la guerra en Crimea.

Sus equivocaciones diplomáticas en la región de los Balcanes le granjearon la enemistad y posterior enfrentamiento bélico con una alianza que integraron: Turquía, Gran Bretaña, el Reino de Cerdeña y Francia.

Los combates se desarrollaron en la zona del Cáucaso.

Rusia fue derrotada por la alianza.

Falleció en la ciudad de San Petersburgo, a los 58 años.

Respecto de las causas de su muerte, se barajó un cuadro depresivo, sumado a la presión de la coyuntura político militar, lo único comprobado fue que padeció un fuerte resfrío. También se habló de suicidio, como causal de muerte.

Lo sucedió su hijo Alejandro II.