El Estado como institución política tiene una tarea importantísima que es la de mantener el orden en la sociedad que gobierna. Esto es elemental para que las diferentes áreas de esa institución puedan funcionar correctamente pero además también para que la convivencia social sea posible. Así es que surge la noción de monopolio de la fuerza, aquella que hace referencia a la capacidad exclusiva que el Estado debe tener de ejercer poder sobre el territorio dado.
De Hobbes a la actualidad: una teoría del poder estatal
Thomas Hobbes fue un muy importante filósofo inglés que escribió una novela que aún en el día de hoy se lee y revisita para tomar ideas políticas. Esta obra se llamó Leviatán y en ella el autor hacía referencia a la necesidad de las sociedades humanas de darse un gobierno fuerte que pudiera mantener el orden y sacar al individuo del salvajismo en el cual viviría si ese gobierno no existiera. Hobbes sostenía que el ser humano es naturalmente malvado y salvaje, por lo cual es necesario que exista para él una institución superior que lo gobierne y lo controle.
Así es que surge el Estado nacional desde la teoría y en la práctica esto se hizo claro en el momento en el que los Estados europeos debieron poner fin a luchas intestinas por el poder. La misma situación se dio en América, especialmente luego de logradas las independencias y comenzado el proceso de construcción de los nuevos Estado. Enemigos internos y luchas por hacerse con el poder entre diferentes bandos fueron un elemento constante de los países americanos, por lo cual los Estados que nacieran de ese desorden debían asegurarse contar con el monopolio de la fuerza.
Un único poder y la capacidad de represión
La teoría de monopolizar legalmente la fuerza pública sostiene que sólo el Estado puede tener esta prerrogativa ya que se supone que es la autoridad máxima en una sociedad y que por lo tanto todos los habitantes deben respetarla. Esto se enfrenta fuertemente a la ideología del anarquismo, que lucha justamente contra el Estado y el gobierno prefiriendo el caos o la libertad absoluta.
El monopolio de la fuerza se hace visible en la práctica con la existencia de fuerzas armadas oficiales, es decir, al servicio del Estado. En situaciones de crisis pueden aparecer grupos armados o parapoliciales pero siempre funcionarán por fuera del gobierno y serán agrupaciones de individuos armados. Contra eso también deberá luchar el Estado, no sólo contra el desorden, sino también contra la posibilidad de los ciudadanos comunes de armarse, lo cual es ilegal.