Se denomina meseta a un tipo de relieve que se caracteriza por su altura y por su carácter plano. En efecto una meseta es una planicie que tiene una altura mayor a cuatrocientos metros por sobre el nivel del mar. Este tipo de formaciones puede encontrarse en todos los rincones del orbe y es el resultado de distintos fenómenos coexistiendo y actuando conjuntamente sobre el terreno. Las mesetas requieren para su formación una enorme cantidad de años ya que los procesos en cuestión son en extremo lentos, teniendo en algunos casos millones de años. En general, el uso del término remite a las mesetas que encontramos sobre el nivel del mar, pero también puede hablarse de mesetas submarinas, porciones de corteza terrestre debajo del mar y que se mantienen a una profundidad considerablemente menor que las zonas circundantes.
En el caso de las mesetas continentales, estas se forman principalmente por dos tipos de procesos: el accionar de las placas tectónicas y la erosión. En efecto, puede decirse que las mesetas son extensiones de terreno que alguna vez fueron montañas que con el paso del tiempo y la erosión propia de los vientos y los ríos fueron siendo erosionadas hasta conformar una superficie relativamente plana a una altura considerable sobre el nivel del mar. En este sentido quizá sirva recordar que las montañas se forman por el choque de placas tectónicas, provocando una elevación del terreno. Las mesetas ya han sufrido por este proceso hace muchos años antes que aquellas formas del relieve que denominamos montañas, y en esta cantidad de tiempo mayor han sufrido por lo tanto también una mayor cantidad de erosión por los factores mencionados.
En el caso de las denominadas mesetas oceánicas, en muchos casos también deben su origen al hecho de una corteza terrestre separada en placas. En efecto, existen zonas de fractura en donde las placas chocan formando las montañas y zonas de fractura en donde se produce una separación entre las placas. Estas zonas de separación se encuentran en el mar y por allí existe una continua actividad volcánica. Así, el magma fluye continuamente desde el interior de la tierra hacia el océano y al enfriarse por el contacto con el agua va formando lentamente una zona en donde la profundidad es mucho menor a las zonas aledañas. Con el paso del tiempo, incluso, este tipo de proceso generó islas que en la actualidad están habitadas.